Capitulo 12

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No dudé en lo que debía hacer: fui a la enfermería y le pedí a Poppy un frasco de poción para el resfriado. Voldemort podía ordenarles a los mortífagos lo que se le antojase, pero sobre mí él no mandaba. Con la mayoría de los estudiantes en el Gran Comedor degustando su desayuno y actualizándose en lo tocante a sus horarios, esperé a Harry en el pasillo baldío. Mi hijo era conocido por no demorarse mucho en el Gran Comedor, él no parecía gustar de las multitudes.

Mis escasos conocimientos sobre mi Harry no fallaron, él salió acompañado por el hijo de Bellatrix Lestrange.

—Harry —lo llamé.

Mi hijo apretó los dedos de los pies, fue notorio su nerviosismo.

—Buenos días, señora, er, profesora Potter.

—Buenos días —masculló el moreno. Alec era como se llamaba ese niño; nunca escuché nada bueno de él, pero tampoco tenía pruebas de que fuese peligroso.

—No te quitaré mucho tiempo —le extendí el frasco de poción —. Es para el resfriado, así te sentirás mejor y te bajará la fiebre.

Harry se lamió los labios, trató de extender la mano, pero se resistió y negó con la cabeza.

—No, muchas gracias, profesora.

—Sé lo que dijo tu padre —abordé el problema real: la orden de Voldemort —. Dejarte pasar el día enfermo es cruel, se te puede castigar de otra manera.

—Yo estoy bien, el baño... gracias, pero no, gracias. Permiso.

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Jalé a Alec fuera de allí. Casi tomo la medicina, me sentía terriblemente mareado y con ganas de vomitar, pero me lo mejor era poner tierra de por medio con la señora Potter.

—Hizo bien —me felicitó Alec, luego bajó la voz —. Si quiere, yo puedo conseguirle un frasco de poción para el resfriado.

¿Quería que desobedeciera a mi padre?

—Papá dijo que no.

—Él no tiene por qué enterarse —lo miré con incredulidad; Alec lució avergonzado —. Lo lamento, pero... es que usted se ve muy mal.

—Estoy bien —mentí sacando mi horario de mi bolsillo; Severus se tardó un poco en dárnoslos. Mi primera clase era encantamientos —. En el salón me voy a recostar en la mesa.

—Como usted quiera.

Pasé mis clases con mala cara, deseoso de irme a dormir o de hacer fondo blanco con las pociones curativas, pero papá dijo no. Sin embargo, papi tuvo razón, el baño me ayudaba, solo era que yo me volviese a echar agua en la cabeza para bajar mi temperatura entre las asignaturas, logrando un punto de equilibrio gracias al cual logré sobrevivir y llegar al almuerzo. Comí a solas con Alec, ya que Neville se hallaba ocupadísimo con Luna en la mesa de Ravenclaw.

—Marmota anda raro.

—¿De dónde viene el apodo? —pregunté.

Mi madre estaba almorzando en la mesa de Gryffindor con su hijo, quien le platicaba con mucho ánimo, según alcancé a ver de rapidez. Sin necesidad de bloquear la mesa de profesores con mi cuerpo, no tuve escusa para sentarme mal o fallar en mis modales.

—Después de que usted se marchó, él andaba durmiendo en todas partes.

¿Durmiendo?

—Extraño... supongo que tiene que ver con que antes no logró descansar adecuadamente.

—Yo tampoco habría dormido —Alec hizo una mueca de ansiedad —. ¿Cómo le fue hoy en sus...? Alguien lo busca, joven señor.

Seguí su mirada, en la puerta del Gran Comedor había un mortífago con todo e indumentaria, salvo la máscara, parado tímidamente y mirándome.

Harry Potter: El hijo de Tom Ryddle - Harry S. RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora