RUBÍ
Le devolví el juguete a Mike y el resto del rato traté de distraer el sentimiento que tenía en el pecho. No tenía porque sentirme mal porque no éramos nada, pero el rencor de saber que jugó conmigo estando casado, no se lo voy a permitir.
—Rubí— escuché a Adriana hablar y mis dos amigas me observaron.
—¿Qué pasó?
—Daniela te estaba preguntando si el vestido se veía bien— dijo —¿Te pasa algo?
—Claro que no— bufé —Estoy perfecta.
—Llevamos una hora en esta tienda y haz estado muy callada— me tomó un hombro y estudiaba mi rostro algo preocupada —¿Estas segura que estas bien?
—Tal vez solo tenga hambre— inventé lo primero que pensé —Llevamos varias horas y no hemos comido.
—Chicas— habló Daniela y ambas volteamos a ver —¿Les gusta este?
Observamos el vestido y era el indicado. Era de color amarillo mostaza pegado al cuerpo, los tirantes estaban conectados con la parte del cuello y al final tenía un bordado muy casual pero a la vez elegante. De inmediato dijimos que se lo probara y nos quedamos impactadas, definitivamente ese tenía que ser el vestido.
—¿Qué dicen?
—Se te ve de maravilla— dijo Adriana.
—Ese es el indicado— respondí y Mike observó a su madre, le sonrió y aplaudió en señal de que también estaba de acuerdo con el vestido. Daniela le dio un beso a su hijo y regresó a cambiarse para llevar el vestido.
Salimos del centro comercial con las bolsas y fuimos a mi auto para ir a la casa de Daniela y pasar el resto de la tarde con ella y su hijo. En el camino Daniela pidió sushi para cuando llegáramos ya tuviéramos la comida lista. Seguía pensando en lo que había pasado hace unas horas, pero traté de no pensar en el idiota del italiano. ¿Solo era un jueguito para él? ¿Y si tiene hijos y eso los afecta? Mi mente pensaba en el como un padre y que sus hijos se sientan traicionados por alguien como él. Con los hombres con los que he estado, hasta el momento no han tenido hijos, pero una vez había salido con un padre soltero, pero nos dimos cuenta que estábamos mejor como amigos, así que de vez en cuando los veo en mi casa y charlamos de cualquier cosa.
Pero algo que siempre digo, no me meto con hombres ni casados ni con hijos, porque me pongo en el papel de la esposa y madre y sería horrible creer que la persona que amas y tienen familia, te traicione con otra mujer.
Una vez que llegamos al apartamento, bajamos las cosas y al entrar las acomodábamos mientras Daniela le ponía una pelicula a Mike. Tardamos aproximadamente unos diez minutos en acomodar todo y el repartidor había llegado con el sushi. Acomodamos todo mientras íbamos a la sala para comer todos, nosotras sushi y Mike una sopa de letras en su plato de bebé.
Seguíamos charlando de la fiesta y faltaba hacer una lista de invitados, los recuerdos de la fiesta, la comida y el pastel. Los abuelos de Mike dijeron que ellos se encargaban del resto de cosas porque su nieto lo merecía todo. Pasamos un rato más con ellos hasta que dieron las cinco de la tarde y Adriana y yo volvimos, para dejarla a su apartamento y luego ir al mío.
Una vez que llegué, estaba demasiado cansada pero mi mente pensaba una y mil formas de vengarse de Leonardo. Si quiere jugar, que empiece el juego. Pensaba en algo que le doliera y que pagara caro, nadie juega con Rubí Volter y vive para contarlo. De inmediato pensé en devolverle su juego, le mostraría que tenía una relación y que el solo fue algo sin importancia.
Tenía que calcular muy bien mis movimientos, inventar una historia que parezca creíble y hacerlo pagar. Empecé a planear todo esa misma tarde. Tenía una historia de que esa persona y yo nos conocíamos por que un amigo suyo nos presentó, hablamos durante un tiempo hasta que decidimos salir y mantuvimos la relación en secreto.
Y para eso se me ocurrió quién sería la persona indicada.
Tomé mi celular y marqué el número del castaño.
—¿Hola?— respondió al tercer tono de la llamada.
—Necesito tu ayuda.
—¿Ni un como estás? Que grosera eres— bufé a través de la linea y el soltó una pequeña risa —¿Para que me necesitas?
—¿Aún estas por la ciudad?
—¿Y ese milagro de verme?— exclamó.
—Necesito que me ayudes a darle a alguien una lección— respondí sin más y empecé a contarle lo que tenia planeado.
—Tu si que eres mala, mi pequeño Rubí.
—Ya me conoces, Paul.
—¿Y a que horas y donde nos encontraríamos?
—En el centro comercial de siempre, ¿te parece bien a las 12pm?
—Ahí nos vemos— dijo y cortó la llamada.
Paul Stevenson lo conocí un día cuando fui a Colombia a pasar mi cumpleaños, pasamos unas cuantas noches juntos, pero no seríamos una pareja (como la prensa especulaba) simplemente somos amigos, no nos vemos seguido por cuestiones de trabajo, pero se que él siempre esta dispuesto a una buena broma y vaya que le gustó el plan que tenía.
Durante un tiempo, cada que nos veían juntos, la prensa no tardaba en tomarnos fotografías y publicarlas en sus redes sociales con la especulación de que éramos una pareja. Nunca quisimos confirmar nada porque no le veíamos el caso, la prensa siempre iba a decir que mentíamos y sería un bucle del cual no podríamos salir. Así que después de un tiempo nos dejamos de ver y rumoraban una supuesta ruptura de una pareja que ni éramos, así que dejamos a la audiencia tristes con algo que no pudo ni iba a ser cierto.
Pero ahora, con esto, las redes explotarían y pensarían que estamos confirmando una nueva oportunidad mientras que llega a oídos de Leonardo y el se tendrá que aguantar con el juego que el mismo quiso llevar a cabo. Paul es una persona cariñosa y muchas veces me abraza, sabe que lo hace por molestar, pero los demás ven como si fuéramos la pareja perfecta. Así que el plan iría de maravilla.
Salí al balcón de mi apartamento y observé la diminuta ciudad, era lindo vivir en una zona como esta.
—Prepárate Leonardo Benedetti, porque sabrás que Rubí Volter te devolverá un poco de tu propia medicina.
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El mejor amigo de mi padre
JugendliteraturUna salida de amigos. Un bar. Y una noche de lujuria desenfrenada. Fue todo lo que ambos necesitaron para que la que vida sellaran sus destinos. Rubí pensaba en nadamás que pasarla bien en un bar y ver que le deparaba la noche, pero no se imaginó q...