LEONARDO
1 SEMANA DESPUÉS
Ya había pasado una semana desde que salí del hospital y me había regresado a la empresa para ayudar a Jackson, este no quería saturarme de trabajo, pero le ayudaba a leer algunos contratos, informes, entre otras cosas. La verdad todo estaba caminando bien y poco a poco iba acostumbrándome a lo de mi brazo, mis costillas no me dolían tanto, pero el doctor dijo que no hiciera movimientos fuertes o algo que pudiera empeorarlo.
—¿Listo amore?
Habló mi mujer mientras se terminaba de secar el cabello. Me había ayudado a ducharme y lo estábamos haciendo ambos, pero la parte del brazo aveces complica las cosas, más porque al momento de secarme, tengo que tener cuidado o al momento de dormir, no moverme para no lastimarme. Fuera de eso, vamos poco a poco aprendiendo a esta nueva rutina.
—Solo me falta mi camisa, piccola.
Asintió y me ayudó para ponerla mientras trataba de no hacer movimientos con mi brazo herido. Una vez que lo logramos, me colocó de nuevo el cabestrillo y me abrochó la camisa.
—Listo, ya estas guapo.
—Pero siempre soy guapo— respondí con una sonrisa ladina.
—Y por eso yo tengo que ver que no haya mujerzuelas por ahí, te ves muy guapo y querrán robarte de mi— hizo un puchero con sus labios y la tomé de la cintura mientras la pegaba delicadamente a mí.
—Pero yo solo te quiero a ti, piccola. Ti amo, amore.
Le dí un apasionado beso en sus labios y luego de unos momentos nos separamos. Sus mejillas estaban sonrojadas y su respiración descontrolada.
—Leonardo, no me hagas esto— dijo entre queja y risa mientras se cubría su rostro y trataba de ver a otros lados. Sabía que a las embarazadas se les alocaban las hormonas, y ya tenía que recuperarme de esto, quería hacerle el amor a mi mujer. Pero ambos aveces no podíamos controlarnos y se nos olvidaba.
—Ojalá el tiempo pase rápido para poder pasarlo bien.
—Yo también— respondió —Pero vamos a desayunar de una vez. Tendremos un gran día por delante.
Asentí y nos bajamos hasta la cocina para hacer algo. Ella tomó un poco de pan para tostarlo y yo hice unos huevos estrellados; mientras los panes se doraban, Rubí hacia un guacamole para ponerlo en el pan y luego el huevo. Una vez estuvieron listos, nos servimos los platos y un poco de jugo se naranja. Últimamente me informaba sobre lo que las embarazadas no debían hacer, así que veía que ella no se lastimara o algo. Sabía que no debía tomar café, alcohol, fumar y tampoco levantar cosas pesadas. Igual pensaba en llevarla a un control con algún ginecólogo. Me había dicho que su prima y Jason eran los únicos que sabían de nuestro bebé, y quería preguntarle a Emily sobre el mejor ginecólogo del hospital para llevar ahí a mi mujer. Quería cuidarla en todo momento.
(...)
Ya estábamos de camino a la empresa y el chófer manejaba el auto, mientras una camioneta nos custodiaba detrás. Aún seguía con dudas del ataque, así que mejor prevenir algo. Divisé la entrada del estacionamiento privado y el chófer estacionó el auto en su respectivo lugar.
—Gracias, Simons. Puedes ir con los demás a vigilar la zona.
Asintió y acató la orden. Rubí intento salir, pero la detuve, tenía que hacerle el amor aquí. No podía esperar más.
—¿Qué sucede amore? ¿Te sientes mal?
La sujeté con mi mano buena y la atrajé a mi para besarla apasionadamente. Me correspondió de la misma forma y soltaba jadeos de deseo.
—Leonardo...
—Necesito hacerte el amor, piccola. No aguantó más esta tentación de verte en ropa interior en nuestra casa y no poderme hundir en ti.
—Pero, ¿Cómo...?
—Pasa tu cuerpo al otro lado, y deja que yo te acomode.
Ver el sonrojo y sus labios mordiéndose, fue una afirmación contundente. Pasó la mitad de su cuerpo para el frente del auto, apoyando sus manos a cada lado de los asientos y acomodé una de sus piernas para que estuviera mi cuerpo entre ellas y su trasero a la altura de mi rostro. Comencé a tocar sus muslos y ella suspiró, después levanté su vestido y sus bragas estaban mojadas.
—¿Mi piccola esta excitada?
Gimió y yo le bajé sus bragas para tener a la merced sus dos entradas. En su trasero puse uno de mis dedos y ella jadeó, mientras mi lengua iba a su coño.
—¡AHH!— su gemido fue alto y ambos estábamos gozando como nunca. Ella se movía rápidamente. Al parecer, esto del embarazo tiene sus buenos efectos.
No tardó mucho en correrse y explotar en mi boca. Después se sentó encima de mi con su cabeza recostada en mi pecho, pero después la hice sentarse a horcajadas de mi y ella no dudó en montarme como lo sabe hacer. Ambos nos habíamos demostrado las ganas que nos teníamos y amaba hacerle el amor a mi mujer. Era mi actividad favorita con ella.
Lamía sus pechos mientras ella se movía frenéticamente sobre mi polla, se soltaba más y me encantaba esta maravilla, además, sus pechos estaban solo un poco más abultados, pero me prendía demasiado el hecho de que mi mujer estuviera hecha una delicia. Era un bombón que jamás me cansaría de comer.
Mi mujer no tardó en tener un increíble orgasmo y con ello me vacié en ella. Nuestras respiraciones estaban agitadas y descansamos un momento antes de ir a la oficina con Jackson.
(...)
Llevábamos rato con Jackson y de pronto la amiga de mi mejor amigo acompañó a Rubí a un descanso, quería que mi mujer no se saturara de estrés y no le hiciera daño a nuestro hijo. Aún no les decíamos nada a los demás, pero ya estábamos planeando algo para ellos.
En tanto, llegó el detective con noticias, por lo que lo citamos aquí pues al parecer ya sabía quien era el responsable de lo que había pasado.
—¿Y bien?
—Pues después de una minuciosa investigación, pude tener una línea de donde comenzar— comenzó a decir el detective —Comencé con las fechas de relación de usted con la señorita Volter, he mantenido discreción al respecto, por lo que no tiene que preocuparse. Por lo que pasó ese día, los amigos de la señorita Volter andaban en sus ocupaciones, la que es madre andaba en la guardería con su pequeño, la otra chica andaba ayudando a su padre y su amigo andaba concretando un proyecto. Después, con su versión de los hechos, investigué un poco, y también sobre el auto que me comentó y encontré un detalle.
—¿Cuál?
—Pues, era un Jeep Wrangler Sahara, varios usan ese vehículo, pero, entre todos los nombres, hubo alguien que tiene ese vehículo en especifico. El amigo de la señorita tiene un Mustang Dark Horse, la amiga que es pareja de él tiene un Traverse, la otra amiga un BMW Coupé. Los autos del señor y señorita Volter los he visto toda mi vida, pero esta mujer tenia el Jeep y todo concuerda con los datos.
—¿Y esa mujer es...?
—La mujer que lo atacó fue su ex esposa, Salma Hopkins. Ella no había dejado el país después de su desfile, sino que se hospedó cerca de donde vive la señorita Volter para poder espiarlos, y así poder saber su rutina hasta el día del accidente.
¡Esa idiota me las iba a pagar!
Ahora que sabía todo, le haría la vida imposible, pero bien dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, y vaya que gozaré mi triunfo.
Acabas de cavar tu propia tumba, Salma.
ESTÁS LEYENDO
El mejor amigo de mi padre
Novela JuvenilUna salida de amigos. Un bar. Y una noche de lujuria desenfrenada. Fue todo lo que ambos necesitaron para que la que vida sellaran sus destinos. Rubí pensaba en nadamás que pasarla bien en un bar y ver que le deparaba la noche, pero no se imaginó q...