EPÍLOGO

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LEONARDO

Cuatro años después

Sentí unos tirones por parte de la sábana que tenía puesta, pero ya sabía quienes eran los responsables, poco después sentí sus cuerpos sobre mi espalda, debido a que estaba boca abajo, y luego un bombardeo de besos y abrazos.

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS, PAPÁ!— gritaron mis pequeños. Me di la vuelta y luego extendí los brazos para que me abrazaran de nuevo, así como les di besos en sus cabellos y luego me observaron con una sonrisa. Siempre me encantaba despertar con mi mujer y mis hijos a mi lado, pero mi esposa ahora estaba sentada y sosteniendo un pastel de chocolate con las velas del número 43 en el centro.

—Anda, amore. Pide un deseo— dijo mi esposa con una sonrisa, y me senté para después soplar la vela.

—Abre mi regalo, papi— dijo mi hija mientras se bajaba de la cama para tomar la bolsa que estaba en el sofá de la habitación.

—Primero el mio, papi— refutó Dylan y luego también tomó la otra bolsa mientras mi mujer dejaba el pastel en la mesa de noche.

—Tranquilos niños— dije cuando los subí de nuevo a la cama —Abriré primero el de Sophia y luego el de Dylan, pero mi mejor regalo son ustedes tres— afirme y después se escuchó un ladrido y Goldie se vino a sentar a la cama —Esta bien, ustedes cuatro.

Comencé a abrir el regalo de mi hija y era un jersey de los chiefs, mi equipo favorito, con el número 12 del día de mi cumpleaños y Benedetti como nombre. El regalo de mi hijo era un reloj azul marino, con iniciales como el collar de mi mujer, representando a nuestra familia.

—Muchas gracias, hijos— agradecí mientras los observaba entusiasmados —Los voy a usar en este próximo partido del fin de semana, se los prometo.

—¡SI!— gritaron de alegría y luego nos preguntaban si podían comer del pastel de chocolate. Dije que si, pero que se adelantaran primero para hablar nosotros. Sophia, Dylan y Goldie salieron corriendo para el piso de abajo, mientras mi mujer cerraba la puerta y después venia conmigo hasta sentarse a horcajadas de mi.

—Feliz cumpleaños, amore— dijo mientras me daba besos por todo mi rostro para después cerrar con uno apasionado —Espero que siempre seas feliz en tus cumpleaños.

—Los tengo a ustedes, piccola. Ustedes son el mejor regalo que la vida me dió, siempre estaré agradecido por eso.

Luego me abrazó y ambos nos levantamos para bajar con el pastel. Conocía a mis hijos, les encantaba el pastel y no se podían esperar más para comer alguna rebanada. En estos cinco años que han pasado, vaya que las cosas han sido felices en el entorno con la familia y amigos.

Les contaré un poco de lo que sucedió. Primero, María se casó con un empresario con el que he tratado unas cuantas veces, él era viudo y se conocieron en una de las fiestas de mis empresas, poco tiempo después el hombre la cortejó invitándola a cenar a restaurantes elegantes, a tomar un café o simplemente charlar en el parque. Unos meses después se hicieron pareja y otro poco después se comprometieron. El empresario me pidió la mano de María en una cena donde estuvimos presentes María, Walton Kibs, el empresario, sus hijos Anton y Trevor Kibs, mi esposa, mis hijos y yo. La cena fue muy amena y como Walton sabe que para María soy como su hijo, habló conmigo sobre que lo que quería era algo serio y protegerla.

La boda fue sencilla, algo entre nuestra familia, los amigos y el padre de Rubí, así como los hijos y los hermanos de Walton con sus hijas. Sigue trabajando aquí, pero ahora contratamos a otra chica que la ayuda y es su mano derecha, mientras mi nana trabaja entre semana, la chica con ayuda toda la semana, además de que es la niñera para ocasiones especiales y también se divierte con Sophia, Dylan y Goldie.

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora