CAPITULO 5

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RUBÍ

Ya había pasado tiempo desde que estábamos en la oficina de mi padre y charlábamos sobre autos para evitar que la platica fuera por un lado que ambos no podríamos volver a pisar. Me había tomado desprevenida su beso por la furia del momento, pero algo en mí quiso que me dejara llevar y disfrutar de su boca. Entre los dos volvimos a poner orden y hasta ahora nos hemos comportado de manera profesional.

—¿Y cuál es la estrategia?— cuestionó serio en el asiento de enfrente. Yo seguía en la silla de mi padre.

—Es fácil— respondí —El cliente primero tiene que verificar que lo que le damos es a costo accesible y de calidad.

—¿Y como lograrás eso?

—Primero daremos unas cuantas pruebas por la ciudad con algunos autos— hablé —Por lo pronto iniciaremos con algunos estilo familiares, y después de que los clientes compren o quisieran más novedad, les mandamos más autos para distribuirlos por varias partes de la ciudad.

—¿Estas segura que esto funcionará?— cuestionó mientras repasaba mi rostro.

Algo me dice que al que le falta experiencia vendiendo es a él.

—Ni que esto fuera tienda de dulces— refuté —Ahí puedes tener grandes cantidades y si no vendes, los das. Los autos no son lo mismo.

—Vaya lógica.

—Hola de nuevo— escuchamos la voz de mi padre mientras cerraba la puerta —¿Ya han hablado del acuerdo?

—Desde luego— respondí.

—¿Qué tal salió mi hija para los negocios?— le preguntó mi padre a su mejor amigo.

—Sin duda alguna te superará— respondió sin más y se levantó de la silla diciendo que tenía asuntos pendientes con un cliente. Se despidió de mi padre con un abrazo y palmadas en la espalda mientras que conmigo asintió su cabeza. Le devolví el gesto y cuando se fue giré la silla para ver la ciudad y rodé los ojos.

¿Por qué carajos tuvo que pasar ahora el beso? Aún recuerdo su respiración acelerada, su exquisita boca y todo lo que me provocaba sentir entre mis piernas su bulto algo marcado.

—Rubí— escuché la voz de mi papá y me volteé para verlo.

—¿Qué pasó?

—Te decía si el viernes irías a ya sabes donde.

Suspiré y asentí. Se acercaba el cumpleaños de mi madre y cada año, mi padre y yo íbamos a visitar su tumba. Aprovechamos para llevarle flores y relatarle lo que ha pasado en ese año. A veces pienso que ella nos escucha y podrán decirme hasta loca por eso, pero siento que el vinculo que teníamos mi madre y yo jamás se podrá romper.

—Claro que iré, papá— respondí —Sabes que ese día es dedicado cien por ciento a ella.

—Puede que hayan pasado años, pero la sigo extrañando— suspiró y luego me observó —Tu eres la mezcla perfecta de los dos.

—Siempre me lo haz dicho— respondí mientras tomaba mis cosas para irme con mi papá al estacionamiento.

—Y siempre lo haré— dijo —Sacaste su belleza y mi habilidad en los negocios— habló con una sonrisa y luego entramos al elevador de jefes.

—Yo también la extraño, ¿sabes?— dije —Siento que han pasado muchas cosas desde que ella no está.

—Tal vez ella te este preparando para mandarte a alguien que cuide de ti.

—Papá— rodé los ojos mientras reía —Ahora tu, el hombre que alejó a todos mis ex novios, ahora insinúa que mi madre prepara a alguien para mi.

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora