CAPITULO 26

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RUBÍ

Ya estábamos de camino a la empresa de mi padre, mientras yo estaba recostada en el asiento y descansar más, después de la noche de ayer me sentí muy cansada y sentí que me faltó dormir, además de que me dejó caminando un tanto inusual, pues puedo caminar bien, pero a veces tengo que parar por el dolor. No sabía que el italiano pudiera dejarme invalida, pero vaya que se lució anoche.

—Antes de llegar a la empresa, haré una parada— dijo mientras lo observaba manejando. Se veía tan varonil, tan atractivo, lo bueno que este adonis era solo mío.

—Esta bien— dije y luego le subí a la radio cuando estaba una canción de The Weeknd. La radio se estaba poniendo a mi favor y no podía pedir más, primero se escuchó Ariana Grande, luego Sam Smith, después Taylor Swift y ahora The Weeknd.

Que linda forma de iniciar el día.

Observé que Leonardo se dirigió a un autoservicio de McDonalds y pidió un desayuno para mí y para él solo un café. Cuando me lo dieron, le di un beso de agradecimiento y empecé a comer mi desayuno que mi amorcito me compró. Si bien Leonardo no me pidió ser su novia, como lo haría cualquier hombre, él dijo que no se anda con rodeos y lo que hemos compartido nos hizo crear una especie de relación a nuestro modo, por como nos amamos sobra el titulo de noviazgo, ya somos lo suficientemente cursis como para decir que "andamos de novios", en cierto modo. Ya hemos hablado de que pasaría si llegan a saber que estamos juntos y todos los prejuicios que se nos vienen encima; por ahora no queremos preocuparnos, que hablen lo que tengan que hablar, total, hay personas que andan con verdaderos inútiles y yo estoy con un verdadero hombre y caballero.

Cuando llegamos a la empresa, se estacionó en su lugar privado y pude terminar de desayunar tranquila, teníamos minutos de sobra y después de terminar, tiré todo en el cesto de basura y el italiano me sujeto de la cintura para caminar a la par con él.

—¿Aún tienes dolor?— preguntó una vez estando solos en el elevador.

—Algo, pero nada que no se pueda calmar con el rato— respondí y luego observé su corbata que estaba mal acomodada —Esto no puede estar así— dije y le acomodé la corbata para que se viera sin ninguna arruga o mal acomodada.

—Tal vez lo hice para tenerte de cerca, piccola— dijo y me dio un beso en la frente.

—Eres un tramposo— dije mientras lo tomaba de la corbata y lo jalaba hacia mi —Tal vez alguien duerma en la sala esta noche.

El timbre del elevador indicó que ya habíamos llegado, así que me separé de inmediato de él cuando vi su rostro desencajado. Reí internamente y observé a Flor trabajar en su escritorio. Hace tanto que no la veía y me alegraba saber que la mayoría de cosas estaban volviendo a la normalidad.

—Hola Flor— la saludé y ella se alegró y me dio un abrazo.

—Hola cariño— exclamó —Hace tanto que no te veía, te extrañé estos días.

—Yo también te extrañé, pero ya me volverás a ver seguido— sonreí —¿Mi papá ya está adentro?— ella asintió.

—Ya te estaba esperando a ti y a el señor Benedetti.

Y como si fuera por arte de magia, el mencionado se apareció por detrás y me sujetó para abrazarme de la cadera.

—Entonces no lo hagamos esperar— dijo y Flor regresó a su trabajo a la vez que nosotros pasábamos la puerta de la oficina de mi padre.

Verlo trabajar otra vez me llenó de orgullo al saber que no se dejaría vencer y que haría cualquier cosa por volver a ser el mismo de siempre, pero a la vez superarse y ser la mejor versión de él mismo.

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora