CAPITULO 17

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RUBÍ

Seguía en mi habitación durante todo el fin de semana y no quería trabajar hoy y verle la cara a Leonardo. No quería y no podía. Me la pasé todo el fin escuchando canciones de Sam Smith pero eso solo empeoró mi estado emocional. Paul decidió quedarse conmigo unos días porque tenia miedo de que hiciera alguna estupidez y a decir verdad, no sabía que podía ser capaz de hacer.

Estaba despierta hace una hora, pero no quería tampoco sentirme una inútil por haber perdido mi tiempo en tonterías, tenia que concentrarme en el trabajo. Así que me levante para tomar una ducha y empezar una nueva semana.

Mientras el agua caía, el recuerdo del italiano me golpeaba. Lo que había pasado entre nosotros, lo que habíamos hecho, lo que habíamos dicho, todo lo que había pasado. Me sentí una estúpida al contarle a mi madre lo que había pasado, por una parte me desahogué pero por la otra me sentía una decepción para ella. Pero sabía que la línea entre Leonardo y yo, había pasado el límite.

Dejé de pensar en eso para mejor concentrarme en el día que tenía ahora. Terminé mi ducha y me coloqué mi vestido azul marino con mis tacones color beige. Hoy regresaba mi padre de su viaje y quería hacerle una comida de bienvenida, una tarde padre e hija.

El tono de llamada de mi celular empezó a sonar y vi que eran mis amigas para hablar por videollamada. Habían estado al pendiente al igual que Paul y Emily, les había dejado claro que ya estaba mejor y que lo mejor que me podía pasar era seguir con mi vida. No me estancaría aquí.

—Hola— respondí y observé a Adriana con el fondo de una cafetería, sabemos que le gusta el aroma del café y ahí tienen espacios donde la gente puede ir a trabajar un rato. Daniela estaba dándole de comer a su hijo y el nos observaba un rato y luego jugaba con su peluche de oso.

—¿Cómo has estado?—  inquirió Adriana —¿Todo va mejor?

Suspiré.

—Maso menos, no es algo que pueda pasar de la noche a la mañana— respondí —Pero tampoco es algo que me deje estancada.

—Sabes que lo que necesites aquí estamos— habló Daniela y sonó algo de fondo en su casa, su microondas, fue a traer su comida, mientras tanto Mike agarró el celular y empezó a jugar con los filtros y se quedó con uno de orejas de conejo. Adriana y yo reímos al ver al pequeño hablarnos y jugar con nosotras, hasta que su madre le quitó el celular y volvió a comer y jugar con el oso.

—¡Oye! Mike nos estaba haciendo buena plática. No vuelvas a interrumpirlo— habló Adriana.

—Mejor prevenir, la última vez lo agarró y llamó a Pa...— mi amiga cerró la boca y fingió observar a su hijo.

—¿Qué ibas a decir?— inquirí sospechosa —¿A quién estaba llamando?

—A nadie.

Se observaba que sus mejillas estaban rojas y sus ojos observaban a todas partes menos a nosotras.

—Daniela— la mencionada me escuchó y volteó a la pantalla —¿Acaso tienes algo con Paul?

—Habla ya, Dani— dijo mi otra amiga —¿Qué esta pasando entre ese hombre negocios y tú?

—Nada de nada esta pasando—habló nerviosa —No vean monos donde no los hay.

Decidimos dejar el tema y empezamos a hablar de cosas tribales, hasta que  Adriana dijo que le estaba entrando una llamada a una videoconferencia de la empresa, por lo que finalizamos la llamada y volvimos a hacer cada quién sus cosas.

Pero siendo sincera, yo quería seguir mi conversación con Mike y sus filtros.

Regresé a la realidad al recibir un mensaje de mi padre diciendo que ya estaba en el aeropuerto y que pronto llegaría a la empresa. Parecía una niña pequeña emocionada por salir de paseo, pero ya extrañaba a mi papá. Tomé mis cosas para ir a la empresa y había poco tráfico, era algo ocasional, así que llegué bien a la empresa. Subí al elevador de jefes y al llegar a la oficina, vi a Flor trabajar como siempre. La saludé feliz y cuando abrí la puerta, mis ojos se abrieron de par en par.

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora