CAPITULO 7

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RUBÍ

Mi alarma sonaba a las 7 am y suplicaba al universo que me diera más horas de sueño, pero al parecer tenía que aceptar ser ya una adulta y trabajar en la empresa de mi padre. Como pude me desperté y trataba de palpar mi celular para apagar la alarma, pero, en vez de encontrar el celular, en mi mano estaba algo resbaladizo. Me senté para ver que era y...

No me digan que...

Aparté las sábanas para darme cuenta de lo ya obvio y solté un ruido de queja y frustración para mi misma. 

En mi mano estaba el pedazo de goma en forma de miembro que me envió ese rubio y yo estaba sin nada de la cintura para abajo. Recuerdo lo que habíamos hecho en la oficina y eso me dejo mal, así que intenté borrar las cosas de mi mente pero se cruzó una botella en el camino y... no quiero imaginarme lo que hice pero le echaré la culpa al alcohol. Bufé y me levante en dirección al baño.

Lavé el juguete y lo puse en una bolsa que tenía la caja al fondo. Después, me quité el resto de la pijama, o lo que quedaba, para darme una ducha relajante y olvidar lo que había pasado. Por un lado, admito que siento algo con el amigo de mi padre, pero ni yo se que es; y por el otro, tengo que empezar a aceptar que estoy al mando de la empresa y no puedo permitirme distracciones. Por más que sean tentadoras, no puedo despegarme de la empresa por estos días.

Al terminar la ducha, tomé la toalla y me la envolví mientras escuchaba mi teléfono emitir sonidos para decirme que habían llegado unos mensajes. Lo tomé y eran del grupo que tengo con Daniela y Adriana.

Daniela: Rubí, ¿ya estas mejor? 👀

Adriana: Nos dejaste en pleno desahogo tuyo. Ya no supimos que pasó contigo.

Adriana: ¿Siempre si hiciste lo último?

Daniela: Te creemos capaz de hacer muchas cosas y sabemos que lo hiciste, pero tampoco quedó muy clara la razón que digamos.

—¿Qué carajos?— respondí en voz alta para mi misma mientras les escribía un mensaje.

Rubí: No se de que me hablan, ¿me pueden explicar?

Daniela respondió a un mensaje de voz que había mandado la noche anterior y luego Adriana respondió con un mensaje.

Adriana: Tienes que contarnos todo lo que pasó en esta semana, porque dudo que hayas estado tranquila con ese rubiecito italiano.

Tomé mis audífonos inalámbricos para escuchar el mensaje que había dejado y no sufrir una vergüenza y que los vecinos se enteren.

Le di al triangulito para reproducir el audio y a los pocos segundos ya estaba que quería que me tragara la tierra.

—¡Enserio odio y amo al mejor amigo de mi padre! Lo odio porque es un imbécil que solo me quiere hacer enojar con chistes de su miembro, pero lo amo porque sabe hacer un gran trabajo con los dedos. Me estoy emborrachando por él y quiero volver a pasar la noche con él. Ahora esta lejos pero me dio un consolador del tamaño de su pene. Si me disculpan estaré dándome con eso toda la noche porque Leonardo no me quiso acompañar. Chao, las amo.

Una vez terminé de escuchar mi propia voz en alcohol, estaba demasiado avergonzada y arrepentida de lo que pasó la noche que no recuerdo. Ya tendría tiempo para arrepentirme pero se me estaba haciendo tarde para llegar a mi trabajo, así que solo respondí un mensaje de texto y me terminé de arreglar.

Rubí: Primero, buen día. Segundo, todo fue culpa del alcohol. Y tercero, el fin de semana vienen a mi apartamento, les cuento y después nos vamos al centro comercial ¿ok? 

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora