CAPITULO 22

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LEONARDO

Enojado era poco de lo que sentía en estos momentos. Estaba furioso al enterarme lo que había hecho, y también había dicho, Jackson a Rubí. Se merecía que alguien le diera una lección por comportarse como un poco hombre con su hija. Estaba a nada de llegar a la casa del que ha sido mi amigo durante años, pero le dejaré en claro que Rubí tiene quien la defienda.

Nadie se meterá con mi mujer.

Una vez observé la rendija de su casa, me dirigí allá y los guardias me dieron paso como si nada, había venido antes de ir a la fiesta de su empresa, y había dado orden clara de dejarme pasar, solo que esta vez sería diferente.

Una vez llegué a la entrada, me bajé del auto y subí las escaleras hasta llegar a la puerta y abrirla. Me importaba poco si la lluvia me mojaba, no me importaba que me dijeran algo los de seguridad, pero le dejaría claro a Jackson que fue un hijo de puta.

—¡Jackson!— vociferé haciendo que mi voz se escuché en toda la propiedad.

No escuché respuesta, por lo que iba a volver a gritar, pero una señora de servicio me interrumpió.

—Señor, ¿Porqué el escándalo?

—¿Dónde esta tu jefe?

Iba a responderme cuando escuché a lo lejos la voz de mi mejor amigo.

—¡Lárgate de aquí, Leonardo!— exclamó.

Su aspecto daba lastima, estaba sosteniendo una botella de tequila, su ropa estaba algo suelta y sus ojos estaban rojos entre la ira y el alcohol. Pero eso no fue impedimento para acercarme a él y darle un puñetazo.

—¡Eres un cabrón!— dije furioso.

Escuché que la señora murmuró algo, pero no le dí atención a sus palabras, venía a dejarle las cosas claras a Jackson.

—¡Y tu eres un traidor!— espetó mientras me devolvía el golpe. Pero nada de eso me dolía, sino el hecho de saber que el fue el que hirió a Rubí con sus palabras, eso hace que mi sangre vuelva a hervir y seguir golpeándolo.

Sentí unas manos posicionarse en mis brazos para quitarme de encima. Eran los de seguridad mientras que a él lo sostenían otros.

—¡Lárgate de mi propiedad, Benedetti!— exclamó —¡No te quiero volver a ver en lo que me reste de vida!

—¡Y tu deberías de dejar de ser un cabrón!— respondí —¡No tenias nada de derecho para decirle esas cosas a Rubí!

Se soltó de los brazos del guardia y se dirigió a mi. No le tenía miedo, ahora solo me provocaba ganas de partirle la cara.

—Tu y ella me traicionaron, son de lo peor— dijo una vez que estaba cerca pero a una distancia considerable —¿Qué clase de personas son? Ambos me decepcionaron y...

Solté una carcajada irónica y hablé.

—¿Qué clase de padre eres tu? Que en vez de apoyar a su hija cuando más lo necesita, le grita, la trata de lo peor y la deja a su suerte —dije firme y serio —En todo caso, quien estaría realmente decepcionada de ti, sería Elizabeth.

Su rostro se contrajo y me miraba con miles de cuchillos.

—Ella no tiene nada que ver...

—Desde el momento que le dijiste a Rubí eso sobre su madre, tiene que ver— lo interrumpí —Tu sabes que la conocí hasta que fue se casaron; y te puedo asegurar, porque tu la conocías mejor que nadie, que estaría verdaderamente decepcionada de la clase de padre que tiene su hija. Ese padre que le dio la espalda desde un inicio, que la trató de lo peor y la acusaba de ser una cualquiera.

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora