No habría hecho falta contar la falsa historia ya que Joseph no había dicho nada. No entendía por qué, pero pasaron dos semanas y ni siquiera Christopher había escuchado algún rumor al respecto.Pero él sí conocía la historia verdadera: David se lo había contado, y debo admitir que me sentó como una traición.
Pocos días después de lo sucedido, David vino a mi casa diciéndome que su padre quería hablar conmigo sobre la boda, y que fuera a comer a la mansión al día siguiente. Así lo hice y, al terminar, fuimos a su despacho y hablamos tranquilamente sobre el tema. Pero no se trataba solo de la boda.
—Imagino que sabes por qué quería hablar contigo.
—Tú dirás.
—Intentaste engañarme una vez asegurando que no había pasado nada entre tú y Stefan, pero Zafiro os había visto.
Lo observé con rencor. No había forma de engañarle si tenía ojos en todas partes.
—Cuando te he dado un consejo ha sido por tu bien, a mí no me importa con quién te relaciones, pero imaginaba que algo así acabaría pasando.
Me dio otro pinchazo en la cuenca del ojo. El hinchazón ya había bajado y el moretón ya no dolía tanto, pero a penas había empezado a curarse.
—Ya sabes lo rápido que corren los rumores por el pueblo, yo de ti no tentaría a la suerte.
—Eso ya está resuelto. Tranquilo, no le perjudicará más que le vean conmigo.
—Si te importa un poco ese chico, espero que seas firme con tu decisión. Ahora no solo está en juego su reputación; también la de toda la familia Fürst y, sí, incluso la mía. Porque si después de haber mediado para conseguir ese contrato descubren que les he dado mi palabra en vano, mi fiabilidad penderá de un hilo, y estaré en una situación muy comprometida.
—Lo he entendido.
—Bien. Sé que no me vas a defraudar. ¿Verdad?
A pesar de que intentaba sonar pacífico, se le notaba bastante molesto, y me sentí muy avergonzado.
Asentí con la cabeza, sin mirarlo y, con el orgullo herido, salí del despacho y me despedí de la familia para poder irme inmediatamente a mi casa.
—¿No te quedas?
—No.
Ya no tenía ganas de estar con nadie, y mucho menos sabiendo que me juzgaban como el causante de todo lo malo que había ocurrido y que podría ocurrir, como un inconsciente que había montado un buen lío por pensar con otra cosa en vez de con la cabeza. Ya me sentía mal conmigo mismo, y estar con gente que tenía su opinión sobre el tema no me ayudaba. Y aunque ninguno me había insinuado nada parecido, sentía que podían pensarlo, y no era capaz de seguir mirándoles a la cara con el peso de la culpa sobre los hombros.
«Es un desastre y toda la vida lo será».
Tampoco me iba mucho mejor en la Academia. Stefan había empezado a ausentarse en mis clases, y no era fácil explicar la teoría con normalidad cuando los alumnos se me quedaban mirando como bobos y murmuraban acerca de lo que me habría podido pasar en la cara.
A mediados de diciembre, a falta de dos semanas de acabar el semestre y, por tanto, de las vacaciones de Año Nuevo, me había quedado hasta tarde corrigiendo los exámenes y los últimos trabajos. Stefan suspendería porque no se había presentado, así que también debía escribir una carta a su domicilio para informarle sobre la recuperación.
«A Stefan Shneider,
Le informo que, debido a su ausencia y a la falta de justificación en los exámenes finales, no ha podido superar la evaluación. Por lo tanto, deberá presentarse a la recuperación de la asignatura a finales de junio, siendo esta su última oportunidad para aprobar. En caso de no recibir respuesta por su parte, entenderemos que ha decidido abandonar la asignatura.
ESTÁS LEYENDO
Humo
Mystery / ThrillerMás de trescientos años hace que la niebla no deja ver las estrellas. Desde entonces, los soldados de Engelsdorf salen al bosque a matar demonios. El pueblo, defendido por un muro que lo rodea, se ha acostumbrado a luchar contra ellos. Pero Mikhael...