CAPÍTULO 25

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SIETE AÑOS ANTES.

Tomo la bandeja de la barra y me acerco a mi cliente en el bar.

Dejo el whisky sobre la mesa y les doy una sonrisa cortes los clientes del bar Chicago. Ubicado en Brooklyn. En el escenario, veo como Loreta hace su baile de burlesque para entretener a los clientes.

Avanzo hasta la barra, cuando una mano me agarra el trasero.

—¿Quieres divertirte un rato, hermosa?

Miro al borracho que me ve con una sonrisa lasciva y, le sonrió antes de asentar un golpe con la bandeja.

—¡Perra! —gruñe el borracho alertando al de seguridad que, se acerca rápidamente y sujeta al tipo.

Las personas en el bar no se inmutan.

El show debe continuar.

Me acerco a la barra, donde Ángel. El hombre que maneja la barra está sirviendo cerveza a una pareja.

—¿Estás bien?

Asiento.

—Odio estos malditos uniformes—murmuro Bajando mi precario short negro que, más que eso, parece pantaloneta. Además, el top blanco que tampoco cubre mucho.

Lo detesto.

—¿Puedo tomar mi descanso? —pregunto.

Ángel mira el bar y al notar que no hay casi clientes asiente.

—Gracias.

Me pongo un abrigo y salgo por la puerta trasera a un callejón. Me recuesto sobre la pared y saco un cigarrillo de la cajeta que guardo en el abrigo.

Lo enciendo y le doy una calada mientras la brisa de invierno se comienza a sentir.

La época favorita de mi papá.

Ya se han cumplido tres años de su muerte. Tres años que deje mi hogar.

Gracias a Loreta, que me ayudo a salir de ese lugar donde no me queda nada. Solo desdicha y dolor.

—No tengo nada—escucho de repente en la oscuridad del callejón.

—¡Danos el reloj, viejo!

Le doy una calada a mi cigarrillo y lo tiro al piso antes de pisarlo con mi bota de tacón.

Alargo la mano y, tomo un bate que siempre tenemos a la mano detrás del contenedor de basura. Esto, por si algún borracho se quiere pasar de listo mientras estamos tomando aire fresco.

Sin hacer ruido, camino hasta donde dos hombres están intentando robar al hombre.

—Este tipo quiere que nos lo carguemos.

—Por favor, no me hagan daño.

Escucho al hombre decir.

En el momento que lo empujan al pavimento, sé que es ahora.

—¡Hey! —grito avanzando rápidamente con el bate listo—¡Lárguense de aquí!

Uno de los tipos, se acerca con chulería.

Lo reconozco.

Son apenas unos drogadictos de la zona que, ni siquiera, van armados. Así que, con el bate, le doy por la pierna a uno de los que intenta intimidarme.

El hombre aúlla de dolor, mientras el segundo corre a socorrerlo.

—¡Fuera de esta zona! —exclamo lista para darle al segundo.

Espina de Rosas🌹 {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora