Espina de Rosas🌹 {TERMINADA}

Capítulo 36

El fuego es dispersado y no queda nada que salvar.

El silencio es mortífero y oscuro.

Somos llevados al hospital para que extraigan la bala en el cuerpo de Tristán y a mí, por una revisión que considero innecesaria. En el camino me percato de que él, está muy callado.

Va sumido en sus pensamientos.

Sé cómo se siente.

Quien diría que Nancy, acabaría con su vida de la misma manera que acabo con la de mi padre e intento hacer conmigo en dos ocasiones.

Después de esto, no sé a dónde vamos a parar. Pero, sé que Tristán me necesita en este momento tanto como yo a él.

Al llegar al hospital, Tristán es llevado al quirófano y a mí a la sala de emergencia donde me van a atender.

Como es de esperar, la revisión sale perfecta. Solo tengo unos golpes que, con descanso, se aliviaran.

Cuando la revisión está completa, me dan el alta y me acerco a la sala de espera donde están Kamal junto a Sofía. La última tiene los ojos irritados.

—¿Cómo estás? —se levanta cuando me ve.

—Bien—suspiro y me meso el cabello con ambas manos—Sofía. Sé que no me crees, pero no quería que esto terminara de esta manera.

—No tienes que decirme nada—dice en voz ronca—Mi madre no estaba bien—niega—Es increíble que llegara a tanto, con tal de mantener el poder.

—Lo siento. Sé que ahora debes estar lidiando con mucho—continuo—También, Greg.

—Me duele por los niños— admite en un tono bajo.

—¿Con quién están ahora?

—La niñera se quedó con ellos—pasa las manos por su rostro—Tengo que preparar ambos funerales.

—¿Los padres de Greg?

—Vienen en camino, y la verdad es que no quiero lidiar con ellos.

Miro a un lado y veo a Kamal, que está al pendiente de Sofía.

—Iré por un café—anuncia Sofía llamando mi atención— ¿Quieres uno?

Niego.

—Estoy bien así.

Asiente en silencio y se aleja.

Aprovecho la oportunidad para acercarme. Tomo asiento junto a él.

—Dime que ya resolviste lo de Black—murmuro.

Asiente, a penas.

No quiero que lo acusen de lo que hizo, a ese desgraciado.

Lo miro.

—Gracias—susurro.

—Ese hijo de puta no se merecía morir dignamente, no después de lo que hizo.

—Lo sé.

—¿Qué va a suceder ahora? —cuestiona.

—No lo sé—digo con sinceridad—Necesito ver a Tristán y hablar.

—Pase, lo que pase. Estoy contigo.

Le regalo una pequeña sonrisa y alejo el nudo que se ha formado en mi garganta. Poso una mano sobre su rodilla.

—Pase, lo que pase—repito sus palabras—quiero que no renuncies a Sofía. —Sus ojos oscuros me miran con atención.

Abre la boca para decir algo. Pero, Sofía llega hasta nosotros.