Espina de Rosas🌹 {TERMINADA}

Capítulo 33

— ¿A dónde me llevas? — digo mientras Tristán conduce la mañana siguiente.

Luego de nuestra noche en su habitación, donde no dormimos mucho. Me desperté muy temprano con la sorpresa de que Tristán quería que saliéramos.

Llegamos a las vegas y después de dejar el coche en el estacionamiento del hotel, salimos del mismo.

Ambos vamos vestidos de manera informal con vaqueros, zapatillas de deporte y camisetas. Antes de salir hablé con mi amiga Loreta y le dije lo que está sucediendo.

— Está feliz de que, Tristán resultara inocente de todo lo que creía. Ella está Nueva York, esperando por mi regreso.

Mi vida está en Nueva York. Eso lo sé, pero no quita la sensación que viene en mi pecho al pensar siquiera de dejarle de nuevo.

— Primera parada—dice cuando nos detenemos en un parque de diversión al que solíamos venir cuando estábamos en la preparatoria.

— No— digo haciendo énfasis con la cabeza— ¡Estás loco! — bufo, viendo como las personas entran animadas y los más jóvenes hacen lo mismo.

— Venga. — Me hala para que entremos.

Tristán paga en varios juegos de tiro y recuerdo que, competíamos por ver quien obtenía un mejor regalo.

— Recuerdas que era una dura en esto, ¿Cierto? — Me burlo

— Solo me ganaste dos veces— se defiende.

— ¿Perdón? — lo miro incrédula— Perdí la cuenta de las veces que te gané. Mientras tú usabas tu fuerza cavernícola, yo aplicaba la física.

— Esto no tiene nada que ver con física. Es cuestión de fuerza.

— Eso lo veremos— replico tomando un par de pelotas.

Tristán comienza a tirar y, mientras él, arroja un par. Yo únicamente tiro una y derribo los pinos.

— ¡Si! — exclamo alzando las manos ante su mirada de sorpresa.

— Tuviste suerte.

— ¡No seas llorón! — me rio.

— Elija su premio— señala el hombre entre dos. Un trofeo de tiro, y una jirafa de felpa.

Señalo la última, ante la mirada divertida de Tristán.

La tomo con gusto y la miro.

— Hay cosas que no cambian— susurra.

Le guiño.

Me tiende la mano y sin pensarlo, la tomo para alejarnos del puesto. Tristán pasa su brazo por encima de mis hombros y me pega a su cuerpo mientras caminamos por el parque de diversiones.

La sensación de estar con él, después de diez años. Es, sin duda, algo que no espere.

Nos divertimos. Subimos a algunas atracciones y nos olvidamos del mundo que nos rodea.

Elegimos uno de los puestos y pedimos pizza.

— ¿Sabes, hace cuanto no me como un pedazo de pizza? — inquiero antes de morderlo — Señor. Perdóname por olvidar tus buenas obras—susurro haciendo que Tristán se ría.

— ¿Te pido otro? — pregunta sin perder esa expresión de chico malo y sexi que me atraía en la secundaria y sigue haciéndolo.

— Por supuesto. Esto, está mejor que el mejor plato gourmet.

— Creo, que tiene que ver más con la compañía.

— Tal vez— susurro mirando sus ojos azules, que brillan con deseo y son el reflejo del mío.