Capítulo 5: en camino (parte 2).

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—Está lista la carreta, anunció un hombre a quien le habían pagado por prepararla.

Quien esperaba esa carreta era un individuo bastante peculiar. Un reptil de tamaño mayor al de un humano promedio, caminando de manera antropomorfa. Sus dientes afilados y garras expuestas en manos y pies eran intimidantes. Vestía pantalones de color café claro, una camisa gris cubierta por un peto de metal y una gabardina café oscuro. Detrás de él, se podía notar su cola, más larga que sus brazos.

—Kondo, ¡hey Kondo! ¿Podrías comprarme esto? Es tan bonito, decía una niña mirando a través de una ventana de una juguetería

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—Kondo, ¡hey Kondo! ¿Podrías comprarme esto? Es tan bonito, decía una niña mirando a través de una ventana de una juguetería. En sus ojos se reflejaba un cepillo con una flor grabada, ubicado en una sección para niños y niñas.

—¿Eh? Déjame ver, reaccionó el reptil, conocido como Kondo.

La niña, de 4 años, que acompañaba a Kondo era humana, con cabello gris y ojos blancos. Esperaba ansiosa mientras Kondo revisaba los precios.

—¿De verdad lo quieres, Anna?, preguntó Kondo, mirando a la pequeña.

—Es que así ya no tendrás problemas al peinarme. Siempre te quejas de que tus garras se llenan de pelo que se me suelta, respondió la niña, llamada Anna.

—Eso es cierto. Bueno, acompáñame, dijo Kondo.

—¡SÍ!, exclamó la niña, emocionada.

El hombre de la carreta, al notar esto, decidió esperar pacientemente.

Mientras tanto, Jana y Buzz aparecieron buscando este lugar.

—Bien, aquí está la tienda. Sabía que estaba aquí, mi hermano me traía cuando era pequeña, dijo Jana con nostalgia.

—Muchas gracias. Ya tengo una bolsa de dulces, ahora algunos juguetes. Espero que después me alcance para un carruaje, decía Buzz, con una enorme bolsa de dulces en mano.

Buzz y Jana entraron a la juguetería. Jana observaba a Buzz, bastante atento a decidir qué tipo de juguetes comprar mientras sujetaba la inmensa bolsa de dulces.

—Oye, puedo ayudarte con la bolsa de dulces si quieres, ofreció Jana, con un ligero desinterés.

Sin pensarlo dos veces Buzz le entregó la bolsa de dulces a Jana.

—Oh, muchas gracias, agradeció Buzz, volviendo a su búsqueda de juguetes.

Tenían un carrito bastante surtido de juguetes, cuando una niña de pelo gris y ojos blancos apareció.

—Wow, esos son muchos juguetes. ¿Va a jugar con todos esos juguetes señor?, preguntó Anna, asombrada ante la gran cantidad de juguetes.

Jana y Buzz la observaron.

—¿Eh? ¿Señor? Pero si solo tengo 16 años. Bueno, la cosa es que estos juguetes no son para mí, son para unos niños. Oye, ¿dónde está tu papá?, preguntó Buzz, mientras volteaba a todos lados en busca del adulto responsable de la niña.

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