EL LOBO NEGRO

Capítulo 31: en lo alto del castillo (parte 3).

Después de que una serie de vehículos motorizados irrumpieran por la entrada del castillo, los oficiales se miraron entre sí, preguntándose: ¿quiénes son estos intrusos?

—¡ALTO! ¡ALTO! ¿QUIÉNES SON USTEDES? ¿Y QUÉ SON ESAS COSAS? —gritó el jefe de policía, Raven Weken, deteniendo a los extraños sujetos.

—¿Raven Weken, verdad? Somos la ayuda que solicitaste. Por favor, retira a tus hombres y al personal del castillo —dijo un hombre con la cara cubierta, al igual que sus compañeros.

—¿Y quiénes son ustedes? —preguntó el jefe Raven, con un tono de sospecha.

—Somos aliados del reino vecino. Así que, en nombre del pueblo de Sambarten, te pedimos que saques a tus hombres y al personal del castillo —reafirmó el sujeto de la cara cubierta con más firmeza.

El jefe no tuvo más opción que resignarse y ordenó a sus hombres que se retiraran.

—Aquí Waver, ¿me oyes? Aquí está Waver —dijo el hombre de la cara cubierta, revelando su nombre.

En el interior del castillo, donde estaban atendiendo al Príncipe Abram, Buzz y Newton se encontraban con graves heridas por la caída. Unos hombres llegaron para dar aviso a los demás.

—Nos están pidiendo que salgamos —informó un oficial al personal de la sala de emergencia.

—Pero tenemos heridos y a un niño con necesidades de atención médica —protestó un médico que estaba atendiendo al joven Abram.

En ese momento, uno de los hombres enmascarados entró en la sala.

—Favor de abandonar las instalaciones —ordenó el hombre enmascarado.

—¿Por qué razón deberíamos abandonar las instalaciones? Ya se está controlando la situación, ¿no es así? —preguntó el médico, desconcertado.

—Es posible que, debido a la retención de su líder, se vuelvan hostiles y muy probablemente ataquen las zonas de suministros y estaciones médicas como esta. Hemos llamado a carretas médicas y médicos que pueden mantener estables a los pacientes. Es mejor mantener a todas las personas lejos de la zona del castillo para su bienestar —contestó el hombre enmascarado, con un tono de urgencia.

Con la ayuda de los médicos que vinieron de fuera, trasladaron a Buzz, Newton y a Abram a las carretas. Al salir, vieron un total de 10 carretas en fila, alineadas con los vehículos de motor que también estaban en fila.

—¡CONECTEN LAS ENTRADAS! —gritó un hombre, dando la señal.

Los vehículos eran de gran tamaño, tan grandes como una casa de tres pisos, y visiblemente pesados. Otros vehículos de igual tamaño se alinearon a la par de la fila de ocho vehículos, los cuales también se ensamblaron, formando una pieza única.

Varias personas con cascos y protecciones laterales en la cabeza procedieron a subir por las distintas partes del enorme vehículo.

—¡BASE CONECTADA! ¡RIEL CONECTADO! ¡MONITORES AL CORRIENTE! ¿PERMISO PARA LEVANTAR LA GRÚA? —gritaron los hombres, pidiendo permiso.

—¡LEVANTENLA! —gritó un hombre.

Con esa señal, otro hombre con banderas rojas levantaba y bajaba los brazos, extendiéndolos. La superficie del gigantesco artefacto se separó de la base. El sonido de metal chirriando, motores rugiendo y alarmas retumbando llenó el escenario. Poco a poco, una pieza se desenvolvía, mostrando una especie de brazo de distintos dobleces de metal que, además de extenderse, se estiraba. En pocos minutos, ya alcanzaba la mitad de la altura hacia el domo.

—¡LA GRÚA ESTÁ POR LLEGAR! ¡POR EL LADO ESTE! ¡YA SABRÁS QUÉ HACER CUANDO LLEGUE! ¡TAMBIÉN ESTÁ DE CAMINO UN SABIO QUE ES ESPECIALISTA EN MAGIA JUNTO CON UN DESARMADOR DE BOMBAS! —gritó por un comunicador un hombre enmascarado, con el estruendo de la máquina de fondo.