Capítulo 11: trato.

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—Mi arma, chico, pásame mi arma —suplicó un hombre uniformado, cuya pierna estaba visiblemente rota.

En los restos de lo que antes era un hotel, un joven niño de ojos rojos, Buzz, estaba escondido debajo de una cama

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En los restos de lo que antes era un hotel, un joven niño de ojos rojos, Buzz, estaba escondido debajo de una cama. El arma del hombre estaba a escasos centímetros de él. Buzz, desconociendo la gravedad de la situación y paralizado por el miedo, no hizo nada, solo se quedó mirando mientras el hombre le pedía que le pasara su arma, intentando moverse con dificultad. En ese momento, aparecieron otros hombres con uniformes distintos al del hombre herido. Uno de ellos apuntó su pistola a la cabeza del hombre herido.

Buzz despertó de nuevo en su cama, con parte de su rostro vendado.

—Ah, este lugar es... ¿esta es mi cama? Eso quiere decir que estoy en la cabaña —pensó Buzz.

Buzz intentó levantarse, pero un dolor agudo en el pecho le obligó a mantenerse acostado. La puerta se abrió, y Buzz vio a su mentora, Sari, quien se acercó con una expresión de alivio.

—¿Buzz? Qué alegría, ¿te encuentras bien? —preguntó Sari con preocupación.

—Maestra, pero... ¿Qué pasó? ¡Ah!, el hombre, ¡¿qué pasó?! —preguntó Buzz, alterándose.

—Calma, él ahora está encerrado, no le hará daño a nadie más —dijo Sari, tratando de calmar a Buzz. Buzz se sentó sobre su cama, alzó sus rodillas y agachó la cabeza para envolverse con sus brazos.

—Perdóneme, maestra, le juro que no le volveré a desobedecer, se lo prometo, perdón —decía Buzz, completamente arrepentido y a punto de llorar.

Sari lo sujetó de los hombros y le hizo levantar la mirada, obligándolo a mirarla a los ojos.

—¡Escucha! Desde el día que me convenciste de que te entrenara, te convertiste en mi responsabilidad. Mi deber es cuidar de ti a la vez que te enseño a mejorar. ¿Entendiste? Mis órdenes y reglas son para convertirte en un hombre de bien. Me desobedeciste y eso no resultó bien. Tus decisiones no son siempre las más adecuadas. No estabas preparado, y aunque lo estarás, no te permití que salieras en ningún momento. Quieres actuar y lo entiendo. Te enseñé muchas cosas, pero no para que te lances sin pensar, sino para sobrevivir, ser fuerte y saber lidiar con los apuros. ¿De qué te sirve mejorar si actúas así? —dijo Sari, expresando lo que pensaba.

Sari abrazó a Buzz, quien dio unos pocos quejidos de dolor.

—Estaba preocupada, Buzz. ¿Lo entiendes? Tenía miedo de lo que pudiera pasarte —dijo Sari mientras abrazaba a Buzz.

Sari dejó a Buzz y se quedó en la puerta de la entrada.

—Sabes, aunque me hayas tenido preocupada, aunque me obedezcas o me desobedezcas, me siento aliviada de que sigas siendo un buen chico. La mujer que se enfrentó a ese sujeto vino a preguntar por ti. Me dijo que te da las gracias, que sin ti, ella seguramente estaría peor de lo que estaba —dijo Sari, mirando a Buzz.

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