Capítulo 19: el arrebato de Sari.

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En una casa pintoresca, ubicada cerca de un bullicioso gremio, se encontraba un grupo de aventureros. Uno de ellos, un hombre robusto con una mirada decidida, se puso de pie y levantó la voz, tratando de captar la atención de sus compañeros.

—Eh, ¿cómo digo esto? Bueno... —trataba de decir el sujeto, su voz temblaba ligeramente.

—Solo dilo, Droto. Nadie te va a juzgar —intervino una enana de cabello rojo y ojos naranja, su voz era firme y tranquilizadora.

—Sí, nada puede sorprenderme después de ver a Kondo poner una cuchilla en su cola para usarla como garrote, ¡jajaja! Aún me acuerdo cuando perdió su cola una vez con una de esas pruebas —dijo un hombre grande con barba y un pie de metal, su risa retumbó en la habitación.

—¡Eso se llama prueba y error, Tenan! ¡Prueba y error! —exclamó Kondo, un reptiliano de escamas verdes, reaccionando al comentario del hombre llamado Tenan.

—Si llorar rodando en el suelo lo consideras parte de la prueba y error, pues sería misión cumplida, ¿no es así? —dijo un hombre de cabello blanco atado a una cola de caballo y ojos marrón, su tono era burlón

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—Si llorar rodando en el suelo lo consideras parte de la prueba y error, pues sería misión cumplida, ¿no es así? —dijo un hombre de cabello blanco atado a una cola de caballo y ojos marrón, su tono era burlón.

—No tenía previsto eso. ¡Si alguien no me hubiese interrumpido, no me la hubiese cortado por accidente! ¡Me refiero a ti, Feika! —dijo Kondo, mirando acusadoramente a la enana llamada Feika.

 ¡Si alguien no me hubiese interrumpido, no me la hubiese cortado por accidente! ¡Me refiero a ti, Feika! —dijo Kondo, mirando acusadoramente a la enana llamada Feika

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—¿Aún sigues resentido con eso? —preguntó Feika, su tono era de incredulidad.

—No... tanto... —respondió Kondo, su voz se desvaneció en un murmullo.

—Dile algo, Anon. No todo fue mi culpa. Él tenía todo su inventario regado por ahí y me tropecé —dijo Feika, dirigiéndose al hombre de cabello blanco llamado Anon.

—La verdad tiene todo el sentido. Tú solo te reías mientras él lloraba como un bebé —dijo Anon, su tono era de diversión.

—Lo ves, él tiene sentido común... ¡¿Cómo que lloré como bebé?! —exclamó Kondo, reaccionando al comentario de Anon.

—Pues la verdad, antes de eso jamás pensé en ver a un reptiliano rodar de dolor y llorando de un lado para el otro. Pero oye, la cola se te vuelve a crecer, puedes hacer todas las pruebas que quieras. ¿Qué me dices, Tenan? —comentó Anon, dirigiéndose a Tenan.

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