Capítulo 29: en lo alto del castillo.

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Un niño pequeño, de cabello blanco como la nieve y ojos azules como el cielo, lloraba desconsoladamente mientras corría tras un vehículo de cuatro ruedas que se alejaba rápidamente en medio de un desierto implacable.

—¡Por favor! —gritó el niño, su voz resonando en la vastedad del desierto—. ¡Prometo que no volveré a llorar nunca más! ¡No me dejen aquí!

El niño caminó durante horas bajo el sol abrasador por una carretera solitaria. Finalmente, exhausto, se arrodilló y cayó inconsciente.

Despertó en un lugar desconocido, rodeado de figuras en túnicas en el interior de una iglesia. Estaba aturdido, temeroso y asustado.

—Está aquí —dijo un hombre con túnica, su voz llena de reverencia—. El héroe de la luz ha encarnado.

—Señor Rumurio —dijo otro hombre con túnica—, confiamos en que el héroe sea criado con lo necesario bajo su cobijo.

—Es un honor cumplir con la voluntad de la diosa Liva —respondió Rumurio, dirigiéndose al joven—. ¿Y tú, joven? Ven.

—¿Quién... quién es usted? —preguntó el niño, su voz temblorosa.

—Mi nombre es Rumurio de la familia Slandam —respondió Rumurio, su voz suave y calmante—. Esto debe ser muy nuevo para ti, ¿verdad? Quizá algo de comida te haga sentir mejor.

El niño se levantó, temblando, incapaz de mantenerse de pie.

—Toma mi mano, tranquilo —dijo Rumurio, extendiendo su mano hacia el niño—. Supongo que necesitarás un nombre. Tendrás el nombre de mi abuelo, el caballero Newton de la familia Slandam.

Rumurio llevó al joven a un lugar donde fue bañado y vestido con ropas finas. Luego, se acercaron a una mesa para comer.

—Sí que tenías hambre —dijo Rumurio, sorprendido pero complacido al ver al niño comer hasta saciarse.

—¿Entiendes lo que digo? —preguntó Rumurio al niño.

—¿Eh? Sí, perdón, muchas gracias, señor —respondió el niño, su voz apenas un susurro.

—Escucha —dijo Rumurio, acercándose al chico—. Te di un nombre y ahora tendrás un hogar. Has sido invocado para ser el héroe. Tu deber es servir y proteger. Es tu deber enorgullecer a la familia Slandam. ¿Entiendes eso?

—Yo... entiendo —respondió el niño.

—Tú eres Newton de la familia Slandam —afirmó Rumurio.

—Yo soy Newton de la familia Slandam —repitió el niño.

—Tú eres el héroe —dijo Rumurio.

—Yo soy el héroe —respondió el niño.

—Bien, espero que nos enorgullezcas, joven —dijo Rumurio, alejándose.

—Yo soy Newton de la familia Slandam. Yo soy el héroe. Sí, yo soy el héroe —se decía a sí mismo el joven Newton.

Regresando al presente, Newton abrió la puerta y salió de su habitación, preparado para el evento. Caminó por el pasillo vestido con un saco y pantalones de color blanco, una camisa gris claro debajo y una corbata azul. Siguió las indicaciones de los sirvientes hasta encontrarse con Buzz, quien vestía un saco, pantalones y corbata de color negro y una camisa roja debajo.

Buzz y Newton se miraron fríamente y continuaron caminando.

—Él solo es un escalón. Lo vencí una vez, no significa nada. Además, lo de hoy solo es saludar a un niño. ¿Qué tan difícil puede ser? Mientras no sea un malcriado —pensó Newton mientras caminaba junto a Buzz.

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