En el orfanato, Sandra y Lena intentaban calmar a Deisy, quien lloraba y pataleaba desconsoladamente. Llevaba meses sin ver a Buzz, y su ausencia se hacía cada vez más difícil de soportar.
—Ay, ay, ay... niña, me vas a hacer llorar también —dijo Sandra, cargando a Deisy y meciéndola en la silla mecedora.
—No entiendo cómo Buzz lo hace. Pocas veces he tratado con bebés —comentó Lena, moviendo un par de sonajeros para distraer a la pequeña.
Justo en ese momento, Eneley entró en la habitación cargando una pequeña caja de música. —¡Lo traje! Recuerdo que Laura usaba esto cuando lloraba por un golpe.
Eneley le dio vueltas a una manecilla, generando una melodía suave y armoniosa. Deisy la miraba con curiosidad, pero su llanto no cesaba.
—¡Está aquí! Ven, Peny —dijo Rían, entrando a la habitación con un libro en las manos.
—¿Eh? ¿Qué es eso? ¿Eso no es de Buzz? —preguntó Eneley, observando un libro con una espada en la portada.
—Sí, lo guardé cuando Buzz me lo contaba. Cuando lo obligaban a cambiarle pañales, él le leía esto ya que tiene dibujos que le gustaban ver —explicó Peny a Eneley.
—Mira, Deisy, es el soldado brillante navegando por el mar —dijo Rían, abriendo el libro y mostrándole los dibujos a la pequeña.
Deisy miró los dibujos, bajando el llanto poco a poco. Eneley seguía dándole vueltas al aparato de música, Lena movía las sonajas, Rían y Peny narraban la historia del libro y Sandra se mecía de forma suave, sujetando a la niña que dejó de patalear. Sandra le secó las lágrimas y la acercó al libro.
—Quién diría que como castigo mandar a Buzz cambiar pañales sea el único que nos hace falta para este tipo de casos —comentó Lena.
—Es justo en estos casos cuando extraño a Buzz. ¿Y Koel? —preguntó Eneley.
—Está con el viejo aprendiendo sobre cómo domar a bestias más grandes. Al parecer tiene pensado vender muestras y pieles como aventurero —contestó Lena.
—Oh, cierto. Bueno, ¿y Anna? —preguntó Eneley.
—Kondo vino por ella para pasar un momento padre e hija —contestó Lena.
—Ah... lo perdido que se siente uno por tomar una siesta —comentó Eneley.
—Y ¿quién supervisa a los niños? —preguntó Sandra.
—Krystina y Farga les están haciendo dibujar a los más pequeños, otros están distraídos viendo la televisión, los demás se encargan del ganado. Con ellos ocupados, no hay nadie para llevar a los niños a vender dulces, así que no fueron hoy —contestó Lena.
—Me preocupa que la televisión se convierta en un problema —comentó Sandra.
—Mientras distraiga a los más chicos y no discutan, por mí bien —dijo Eneley.
—Odio decirlo, pero estoy con Eneley —dijo Lena.
—Me gusta la tele, pero a veces me duelen los ojos —dijo Peny.
—Creo que sería bueno restringir el tiempo de la tele. Me preocupa la vista —comentó Sandra.
—Es lo mejor. He visto a algunos niños estar cerca de la pantalla —dijo Eneley.
—Opino lo mismo —comentó Lena.
La conversación fue interrumpida por la pequeña Deisy, que balbuceó una oración del libro.
De vuelta en el Servicio, Jana estaba en la puerta de una de las habitaciones de los chicos, viendo a Buzz guardar en una mochila el traje que le había traído Rumurio, un traje similar al que llevó al cumpleaños de Jana.
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EL LOBO NEGRO
حركة (أكشن)Buzz es un joven que busca trabajos de exploracion y aventurero para aportar economicamente al orfanato en el que crecio, entrenado por una ex asesina, y aprendiendo en la marcha para sobrevivir a lo que se vendra. Criminales, Mounstros y cons...