treinta y seis

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"Rin"

La cabeza de Naruto chocó contra la máscara de "Madara" con quien acabábamos de cruzarnos, provocando que rebotara y cayera en brazos de Bee-san. ¿Por qué no lo atravesó?

-Cálmate, Naruto. Ese bakayaro, konarayo.

-Maldición, es muy duro. No conseguí hacerle ni un rasguño -comentó adolorido.

Observé de nuevo al hombre frente a mí. Ahora usaba una máscara que dejaba al descubierto sus dos ojos; era blanca, tenía un diseño de tres tomes con un pequeño punto en el centro y un patrón de ondas extendiéndose a través de ella. En cuanto a su ropa, usaba un traje compuesto por pantalones y guantes negros, además de una gran túnica púrpura de cuello alto y manga larga. Alrededor de su cintura tenía un cinturón que sostenía una especie de arma parecida a una guitarra.

-Pensé que lo mejor sería atravesarte. Pero, ¿ni siquiera pudiste dañar mi máscara? Ese no puede ser todo el poder de quien controla al Kyubi -dijo, y con esa afirmación aparecieron ocho personas además de él.

-¡Youton: Shakugaryuugan no Jutsu! -Lava salió de la boca de un hombre; los tres la esquivamos. No tardé mucho en darme cuenta de nuestra situación. Éramos tres personas contra seis Jinchūrikis y un... un Madara.

Caí en un árbol distinto al de Bee-san y Naruto. Soy prácticamente inútil en una batalla así. Cuando volví mi vista hacia ellos, estaban rodeados de burbujas. Chasqué la lengua, preparada para saltar; estaba usando jutsus de agua, así que podría ayudarlos, o hubiera sido así de no ser porque mi muñeca fue firmemente sujetada por alguien.

Me giré a la defensiva, para soltar un golpe que solo logró atravesar su cuerpo nuevamente. Mis ojos ahora rojos buscaron los suyos. No tenía una mirada llena de alguna emoción positiva; al contrario, soltaba destellos de tristeza que no soy capaz de entender. Puedo jurar que a esta distancia alcanzo a escuchar sus latidos.

Por un instante, solo por un momento, me desconecté del resto. Mis piernas temblaron. ¿Era miedo? No, no era eso.

-Incluso así te pareces a ella -confesó.

Luché por responder. -¿Ella? -Tartamudeé.

-Rin.

-¿Quién eres? -Demandé su nombre.

-No soy nadie, no quiero ser nadie -sus palabras hicieron eco en mi cabeza mientras escuchaba a Naruto y Bee-san gritar-. Lo único que busco es cumplir con el plan Tsuki no Me.

Juro que no sé qué pasó. Qué idiota, ¿no? Claro que lo sé, fue un genjutsu. Y aquellas voces eran las conversaciones entre los únicos Jinchūrikis con conciencia y él enmascarado.

-¡Kiyomi! -Me levanté de golpe; a mi lado estaba mi maestra. Frente a nosotros se hallaban Kakashi-Sensei, Guy-Sensei y el otro Uzumaki a nuestro lado.

-Sharingan en el ojo derecho, Rinnegan en el izquierdo, ¿y las mismas barras que Pain? Por supuesto -resumió el Hatake.

Parpadeé con incredulidad. ¿Y el bosque? ¿Y Madara?

-Eres asombroso, Kakashi. Vaya poder de comprensión.

-¡Y también tenemos que cuidar de Kiyomi-chan! ¡Ese tipo parece querer llevársela! -avisó mi novio. ¿Llevarme a mí?

Sentí cómo Hikari-sensei se tensaba a mi lado. No dijo nada, pero pude verla de reojo. Miré mi cuerpo; algunos cortes superficiales, nada grave.

Lo siguiente fue al Gobi corriendo hacia nosotros. Guy-Sensei ayudó al rubio a quitarse una especie de caparazón que probablemente le había dejado alguno de los Jinchūrikis que ahora se habían transformado. De cualquier modo, el bijuu no buscaba atacarnos a nosotros, iba contra Madara.

𝐑𝐔𝐁𝐈𝐎.- Uzumaki NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora