𝐑𝐔𝐁𝐈𝐎.- Uzumaki Naruto

cuarenta y ocho

Mire mis manos con nervios mis manos, sobre estas se encontraba una cajita negra. —Solo tienes que dársela. —Me dijo Sakura-chan.

—¡Lo haces sonar como si fuera fácil ttebayo! —Reproché. Últimamente he estado evitando a Kiyomi-chan, pero no es por algo malo, la verdad es que después de dos años de relación es el momento correcto para... eso.

—¡Solo tienes que llevarla hasta el lugar, Naruto! Todo lo demás esta hecho. —Informó Ino.

—Esto es un verdadero fastidio, estoy agradecido de que no me voy a casar nunca. —Mire con cansancio a Shikamaru quien no tenia una gran idea de lo que debíamos hacer, podía ser muy inteligente en batalla o estrategia pero no era bueno para las chicas.

—Estoy perdido. —Hable a punto de deprimirme.

Uchiha Kiyomi.

Me aleje de la tumba de papá luego de dejar unas cuantas flores a sus pies, todas las semanas lo visitaba una o dos veces. Me dirigí hasta donde yacia el cuerpo de Takashi antes de arrodillarse y comenzar con una oración, luego de ello deje unas rosas sobre la tumba.

—Hola, Taka-kun. —Sonreí. —Hoy fui a visitar a tu mamá, esta algo triste pero... —Mire en cielo. —Aun te extraña mucho. Shino te manda saludos, últimamente todos han estado ocupados con una misión que les asigno Kakashi-sensei así que casi no los he visto. —Informé. — Ya tengo que irme, pero vendré a visitarte otra vez.

—Te acompaño a tu casa. —Escuché detrás mio.

—Hola Ryo. —Salude poniéndome de pie. —¿Viniste a visitarlo tu también? —Asintió con levedad para luego sacar un cigarro de su bolsillo. —Te espero en la entrada. —No espere su respuesta, únicamente me aleje para perderme entre el resto de tumbas.

Odiaba el olor del cigarro, a pesar de eso mi hermano fumaba y no podía quejarme por que el no me decía nada al comer miles de dulces. Observe a las familias que entraban para visitar a sus difuntos familiares, la guerra nos había arrebatado muchas cosas, pero también nos trajo la paz.

—Estoy aquí. —Susurro el Haruno después de minutos, comencé a caminar a su lado en dirección a mi casa. —Hay algo que me gustaría decirte.

—¿Qué es? —Pare en seco al imitar las acciones de mi compañero.

—Kiyomi... —Parecío pensar un momento. —No, olvidalo.

—Ahora me vas a decir. —Afirmé, sus ojos buscaron los míos hasta que se cruzaron.

—Me enamore de alguien.

—¿Se lo dijiste? —Cuestione con una sonrisa en los labios.

—No se si será bueno que se entere. —Admitió.

—Confía en ti, quizás ella también te quiere. —Levanté mi pulgar en señal de apoyo.

—¿Y si me rechaza? —Pude ver como sus ojos se llenaban de miedo.

—¿Te quedaras con las ganas de intentarlo? Ryo, quiero lo mejor para ti y si puedo ayudarte cuenta con mi apoyo. —Sus ojos brillaron. —Espero que esa persona no se atreva a lastimarte.

—Yo... Solo quiero darle amor, se que nadie más la tratara como yo, aun así le temo a su respuesta. —Moví la cabeza en negativa.