EL NIÑO DE LOS RECUERDOS

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La noche seguía fría en los oscuros pasillos del lugar, pero eso no le impidió salir para poder tomar algo de agua. Yakko, salió del su cuarto para bajar directo a la cocina, aunque sabina le había ordenado que no saliera de su habitación, no le importaba, era un Warner después de todo, y los Warner tienen la mala costumbre de desobedecer reglas y hacer su santa voluntad.

Bajo despacio para no despertar a nadie, bajo con mucho cuidado las escaleras para no rodar, tal vez algún sirviente se encontraba a las 3 de la mañana haciendo alguna cosa, temeroso de que saliera algún ser maligno, cruzo el pasillo y finalmente llego al lugar, ahí, había una señora un poco más grande, gordita y con canas en sus cabellos y con ella un cocinero quien hablaban en voz baja.

• Haaaaaa buenas... ¿noches? –interrumpio los susurro de esas personas mientras ocultaba su rostro en la puerta – quisiera ver si me podían regalar un poco de agua, es que tengo sed-

Pensaba que a lo mejor no era bien recibido, que le pondrían caras o que lo ignoraría, pero, todo lo contrario, los sirvientes se alegraron al verlo y lo tomaron del brazo para sentarlo. Cerraron la puerta y le ofrecieron incluso la cena dándole agua y un poco de pan dulce. Yakko se negó al inicio, pero al ver el pan dulce, su corazón cambio rápidamente. A él le encantaba esos panes.

-¿Acaso eres amante del pan señorito? - pregunto la señora quien le miraba con ternura, Yakko no dijo nada, solo seguía comiendo; Hacía mucho que no probaba el pan de su reino, y le sabia a gloria. Los sirvientes le dieron una canasta de pan y su agua en la jarra, subía tranquilamente ignorando el potente frio de la madrugada, sin embargo, al entrar a su alcoba, su pan fue regado en el piso, y gritando a todo pulmón l ver a la hechicera maléfica sentada en su cama mirándole seriamente.

-¡Me asustaste! - exclamo algo agitado. Recogiendo su pan.

-Creí que te habías escapado- decía maléfica aun con su porte serio

- bueno... esque...

Maléfica ve al pan tirado en el piso, y con un ademan de su dedo, logra elevarlo sin problema, dejando a un yakko impresionado-¡genial!, también ¿puedes hacer que se transformen en algo? ---si te comes ese pan- interrumpió malefica -te dolerá el estómago en la mañana, comételo en el desayuno.

- la verdad, es que se me quito el sueño, - dijo Yakko al mismo tiempo que cortaba uno de sus panes, - ¿quiere un pedazo? tengo este que se llama cuernito, y este otro que se llama pastelazo.

Maléfica se detuvo por un momento, para agarrar el cuernito que Yakko le ofrecía, el joven estaba esperando pacientemente mientras ella escogía uno, al tocarlo, Yakko, sintió algo curioso, un sentimiento raro, sentía que ya lo había sentido... pero no sabia de donde.

Mientras que maléfica, ya lo sentía, asi que le apago la luz y se fue tranquila, cerrando su puerta. Yakko había sido arropado por esta, y se sentía muy raro.

-mmmmm, no sabía que los villanos podían arropara a sus enemigos- se decía entre sus pensamientos. Miro el reloj de pared del cuarto, era el primer día que llevaba en el castillo, y eran las 4 de la mañana.

Llegando la mañana, la sirvienta de Yakko, Elvira, logro despertarlo sin ningún problema, dejando su nueva ropa en su cama y preparándole el baño para poder bajar, Yakko observo la gran bañera en forma de piscina que tenía el castilo, este nunca había estado. Las burbujas aparecían junto con la fuente de agua que daba hacia la bañera y Yakko, aun siendo un adolescente, comenzó a jugar con ellas.

Se reía cada vez que lanzaba las burbujas, esperando que alguien se callera, quien sabe, esperaba que fuera Brad, y no elvira. Después de todo, que culpa tenía la pobre chica, mientras cantaba una pegadiza canción...

EL HEREDERO la Historia del Conejo de la Nariz Roja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora