𝐗𝐋𝐈𝐈.

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La enfermedad se había negado en abandonar a Taehyung, pero solo se había transformado en un repugnante resfriado que se estaba tratando con la ayuda de todas las medicinas que podía conseguir.

Para el primer día del nuevo semestre todavía estaba tosiendo pero se sentía lo suficientemente bien como para ir a clase.

Cuando iba a bajar las escaleras del edificio, decidió tener un par de testiculos y sí dirigió a al apartamento de Jungkook. Necesitaba agradecerle cara a cara y no mediante un mensaje de texto. Con el corazón latiéndole a mil por hora, llamo a su puerta.

Escuchó pasos al otro lado de la puerta antes de que se abriera, dejando ver a Jackson en toda su desaliñada gloria. Le dedico una sonrisa adormilada.

—Hola, que bien que ya estés mejor y capaz de ponerte en pie —dijo Jackson.

—Gracias —respondió Taehyung sintiendo sus mejillas ruborizarse —¿Se ha levantado ya Kook?

—Sí, deja veo, espera un momento —Jackson dejó la puerta entre abierta mientras se metía en la casa, unos segundos después, volvió un poco más compuesto —La verdad es que, eh... ya se ha ido a clase.

—Oh —Taehyung sonrió ocultando su decepción —Bueno, pues ya... nos vemos.

—Sí —Jackson asintió mientras se pasaba la mano por el pelo —Ey, Tae, espero que ya te encuentres mejor.

—Sí, ya estoy mejor. Gracias.

Taehyung le hizo un pequeño gesto de despedida, se reajustó la correa de su nuevo bolso, y después sacó los guantes mientras bajaba por la escalera y salía a la fría y luminosa mañana. Se detuvo unos cuantos metros antes donde estaba su coche, con el corazón de nuevo a mil por hora.

Allí estaba, la camioneta de Jungkook.

No se había ido a clase, estaba en su apartamento. La verdad era tan gélida como el clima, Jackson había ido a avisarle que estaba ahí y Jungkook no había querido verlo.

♥️

Las siguientes semanas vio bastante a Jungkook por la universidad, parecía que sus horarios coincidían bastante y cada vez que lo veía, estaba con Suga, o como el día anterior, con Xen.

Cada vez que lo veía con él, a Taehyung se le revolvía el estómago. No tenía ningún derecho a sentirse así y era consciente de ello, pero eso no le impedía querer darle una patada en el culo a Xen y que desapareciera.

Sin embargo eso no era lo peor de verle ahí. La mayoría de las veces él también veía a Taehyung, pero si sus ojos se encontraban, Jungkook siempre dirigía su mirada a otra parte. Era como si no hubieran sido amigos esos cinco meses o como si no hubieran compartido ningún momento íntimo. Era como si no se conociera.

Esto le recordó a cómo habían sido las cosas con sus amigos en el instituto, después de la fiesta de Halloween, como si el tiempo que habían pasado juntos se hubiese borrado.

Pero ese viernes surgió una oportunidad. Jungkook estaba solo, cruzando la calle para dirigirse al pabellón, con la cabeza gacha, y las manos metidas en los bolsillos de la sudadera.

—¡Kook! —Taehyung gritó su nombre tan de repente que le causó un ataque de tos bastante patético, recuerdo del resfriado del que todavía no se había conseguido librar.

Jungkook se detuvo, alzando la cabeza. Varios mechones de pelo se escapaban por debajo del gorro de lana que llevaba puesto.

Taehyung se apresuró a subir lo que quedaba de la cuesta, aunque le dolía el pecho y las piernas. Se paró delante de él, sin aliento.

𝐘𝐨 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐫𝐞́.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora