𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈.

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Sus manos todavía en las caderas de Taehyung, esa caricia quemándole a través de sus pantalones, se quedó observándolo, ese negro de sus ojos oscureciéndose cada vez más cosa que dudaba ser posible, tan devastador como aplastante. Esos labios suyos, tan perfectamente formados, se abrieron y Taehyung sintió su aliento cálido y ligeramente mentolado.

Todo el cuerpo de Taehyung está presionado contra el suyo, las sensaciones estallaban en diferentes partes de su cuerpo; los músculos de su cuerpo se pusieron tensos, sus muslos le hormigueaban.

Taehyung tenía las manos contra su pecho y no estaba seguro de cómo habían llegado hasta ahí, no recodaba haberlas puesto ahí, y el corazón de Jungkook latía bajo sus palmas, un ritmo constante que era similar al suyo.

Una mano se deslizó por su costado, dejando un rastro de escalofríos a los que no estaba acostumbrado, Taehyung jadeó mientras los dedos fríos de Jungkook recorrían su mejilla hasta su cabello.

—Estas empapado —le dijo Jungkook en un tono de voz más grave de lo normal.

Con la boca seca, Taehyung pasó la poca saliva que tenía.

—Tú también —respondió.

Su mano permaneció en la cara de Taehyung, con los dedos separados de manera que su pulgar rozaba con su mejilla, acariciando su piel en pequeños círculos.

—Creo que vamos a tener que intentarlo otra noche.

—Sí —susurró Taehyung intentando luchar contra el impulso de cerrar sus ojos y abandonarse a sus caricias.

—A lo mejor debimos de haber mirado qué tipo de tiempo iba a haber antes —dijo Jungkook y Taehyung no pudo evitar sonreír al escucharlo.

Entonces se movió un milímetro, un ligero movimiento que de alguna manera los acercó todavía más, las caderas juntas. Un escalofrío le recorrió toda la columna a Taehyung, la total conciencia de su cuerpo y el de él lo abrumaba. Estaba respondiendo de forma instintiva, algo a lo que no estaba nada acostumbrado.

Su cuerpo sabía lo que tenía que hacer, lo que quería, a pesar de que su cerebro estaba emitiendo miles de señales de alarma.

Taehyung se apartó, librándose del contacto, su respiración iba y venía en oleadas, mientras seguía caminando hacia atrás hasta encontrase la pared. Tenía la ropa empapada, estaba congelado pero al mismo tiempo estaba ardiendo, consumiéndose y su voz sonaba extraña para cuando consiguió hablar.

—Creo que... deberíamos irnos ya —comentó Taehyung

Jungkook se apoyó contra la pared de enfrente, sus piernas ligeramente separadas, parecía estar cansado y algo tenso.

—Si, deberíamos —respondió Jungkook.

Ninguno de los dos se movió durante un minuto y cuando lo hicieron se mantuvieron en silencio mientras bajaban las escaleras hasta llegar a la camioneta. Lo que fuera que había pasado entre ellos se quedó rodando en el ambiente y para cuando llegaron  a sus apartamentos, la ansiedad se había apoderado del estómago de Taehyung, borrando los escasos instantes que habían sucedido en aquellas escaleras, cuando se había decidido a sentir en lugar de pensar.

Con el cuerpo en tensión, bajó del coche de Jungkook y se apresuró a refugiarse bajo la entrada del edificio, Jungkook estaba a su lado, sacudiéndose el pelo mojado, Taehyung se quedó parado al principio de las escaleras del edificio, jugueteando con sus llaves. Tenía que decir algo, necesitaba que todo eso desapareciera, no quería que su amistad cambiara o que estuviera cargada de incertidumbre.

Entonces se le ocurrió algo que hizo que su estómago se apretara con fuerza.

No quería perder a Jungkook.

𝐘𝐨 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐫𝐞́.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora