𝐗𝐗𝐈𝐗.

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—¿Qué? —Taehyung se llevó el cojín al pecho.

La señora Kim suspiró.

—Tienes que dejar de perder el tiempo y volver a casa Taehyung, ya has dejado tu punto bastante claro al hacer algo tan infantil.

—¿Infantil? ¡Mamá odiaba estar allí! —dijo Taehyung con coraje.

—¿Y de quién es la culpa Taehyung? —la voz de la señora Kim perdió la frialdad al final.

Taehyung se quedó atónito, no era la primera vez que le había dicho algo así, hacía bastante tiempo pero aún le dolía igual. Se quedó mirando por la ventana, moviendo la cabeza con resignación.

—Solo queremos lo mejor para ti —siguió la mujer con la misma indiferencia —Eso es lo que siempre hemos querido y lo mejor para ti es que vuelvas a casa.

Taehyung comenzó a reírse, ¿A caso era lo mejor para él volver a casa? Esa mujer estaba loca, solo el hablar con ella lo alteraba.

—Han ocurrido algunas cosas por aquí —añadió y después se aclaró la garganta —Deberías volver a casa.

¿Cuantas veces había hecho Taehyung lo que ellos querían? Demasiadas, pero esta vez no les iba a obedecer. Volver a su casa sería el equivalente a meter la cabeza en una trituradora y después preguntarse porqué le dolía. Respiro hondo y abrió los ojos.

—No —dijo Taehyung.

—¿Perdona? —la voz de Kim Ji-yeon chirrió de repente.

—He dicho que no. No volveré a casa —repitió Taehyung.

—¡KIM TAEHYUNG CÓMO TE ATRE..

—Tengo que irme, ha estado muy bien hablar contigo mamá, adiós —colgó el celular antes de que pudiera terminar de gritarle más.

Colocó el teléfono en la mesita y se quedó observándolo, por un minuto, dos minutos, cinco minutos, con un suspiro de alivio se derrumbó en el sofá, meneó la cabeza totalmente pasmado por la conversación, su mamá estaba loca y cerró los ojos comenzando a masajear sus sienes, que manera de arruinar un domingo.

Tocaron la puerta y Taehyung se asustó.

Se puso en pie, preguntándose quien podría ser, era demasiado pronto para que alguno de sus amigos hubiera llegado ya, ni siquiera eran las nueve aún, lo que significaba que tampoco era muy pronto para un asesino en serie.

Espió por la mirilla.

—No lo puedo creer —su corazón se puso a saltar de alegría mientras abría la puerta —¿Kook?

Se dio la vuelta, los labios curvados en una bella sonrisa, con una bolsa de compras en la mano.

—Me he despertado a las cuatro de la mañana y he pensado que me apetecían unos huevos, y desayunar contigo es mucho mejor que desayunar con mi hermana o con mi padre, y además mi madre ha hecho bizcocho de calabaza y se lo mucho que te gusta el bizcocho de calabaza.

Sin palabras Taehyung lo dejó pasar y lo observó mientras Jungkook dejaba las cosas en la cocina. La garganta le ardía y Taehyung se dio cuenta de que le estaban temblando los labios, el nudo que tenía en su estómago se deshizo, su cerebro bajo la guardia, ni siquiera llegó a cerrar la puerta.

Se lanzó directamente desde la puerta de la entrada hasta la cocina, Jungkook se dio la vuelta justo a tiempo para tomarlo al arrojarse a sus brazos.

Se tambaleó un poco mientras le pasaba las manos por la cintura, Taehyung enterró la cabeza en su pecho, con los ojos cerrados y el corazón a mil por hora.

𝐘𝐨 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐫𝐞́.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora