Capítulo 29: La fiesta.

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Cuando entré a la fiesta, vi a Derek con ese vaso rojo de todas las fiestas, el me miró, y me recorrió con la mirada de arriba hacia abajo. Yo rodé los ojos y le di la espalda.

Como toda una diva.

Voz de mi cabeza... Hoy no me arruines el día, por favor.

—Hola, hermosa. —dijo Travis tomándome de la cintura.

—Hola.—dije sonriendo.

—¿Ya sabes donde encuentras todo, no?

—Claro, gracias, Travis.

Él asintió, y se fue.

Derek se me intentó acercar, y solo gritaba por arriba de la música. Yo no le escuchaba. Y antes de que hiciera lo que siempre hacia cuando me ponía molesta con él cuando éramos novios, agarrarme del brazo y que me haga sentir que me lo arranca, bueno, ya, antes de que hiciera eso, Kurt puso su brazo al frente de él, y el intentaba pasar, pero no lo dejaba.

Tome de mi bebida, que la había dejado en la mesa pequeña de al lado. Me encanta.

Fui a pedir más, estaba en el cielo.

Pedí y pedí más, sin cansancio, hasta que vi a Travis. Me pare pero me tambalee, haciendo que riera. Fue hacia donde él. No era muy lejos.

—Hola, guapo.

Travis paró de hablar con sus amigos para verme, con el celo fruncido.

—¿Britany?

—Ssssi —alargue la S.

—Este... ¿Estás bien?

—Claro. —Me subí en una mesa tambaleandome. —¿Quién no estaría bien en esta fiesta?

Se oyeron gritos, y yo de la nada empecé a bailar. Y sé que no era consciente de lo que estaba haciendo.

Travis me bajo, cogiendome de la cintura.

—¿Te tomaste lo que te di?

—Sí.

—Bien, eso no es malo, pero... ¿Pediste más?

—Sí.

—¿Cuantos?

—Después de los cinco perdí la cuenta.

—Bueno, esto sí es malo.

Negué con la cabeza y seguí.

—Nada de malo, es lo mejor. —dije subiendo la voz con tono alegre. Travis se fue negando con la cabeza pero sonriendo y yo aproveché para subirme a una mesa y bailar, intentaba hacer mi mejor intento, pero con un poco de alcohol, ¿quién podría bailar bien?

Empezaron a sonar silbidos y aplausos, pero no me interesaba, solo quería divertirme.

Sentí un empujón y como un brazo en la cintura me rodeaba.

—Hola, Bri...

—Derek —dije moviendo la cabeza.

—¿Como estás?

—Destruida, intentando mejorar. ¿y tu? ¿con quien estas ahora en apuesta? Oh,  verdad,  no ha entrado nadie nueva.

Derek cerró los ojos fuertemente y yo solo sonreía, aunque mi corazón dolía, aún lo quiero, pero... No, hoy mi orgullo me salvará.

No recuerdo más, bueno, supongo que no pasó nada más.

Desperté en el frío piso, me asusté, pero vi a muchos adolescentes acostados en el piso al lado mio. Fui la primera en despertar, menos mal no traje mi celular, estoy segura que lo hubiera perdido.

Me levanté con un dolor insoportable de cabeza, pero supongo que es lo que tengo que pagar por todo lo que bebí ayer.

Sentí algo distinto en mi, bajé la vista y pude ver que la camisa que traía ya no estaba, pero tenía una camisa blanca que yo había visto ayer... No importa.

Caminé hasta llegar a la puerta y giré la perilla, pero una mano me detuvo, Derek.

—¿A dónde vas?

—A mi casa. ¿No es obvio?

—Sí, lo siento.

¿Qué hace Derek hablándome?

—¿Por qué de repente me hablas?

La sonrisa desapareció de su cara.

—¿No recuerdas nada?

—No, ¿por qué habría de recordar algo? Que yo sepa, solo fue una fiesta, nada más.

Derek asintió apretando los labios y su agarre en mi muñeca.

—Gracias. Solo eso quería saber. —me soltó y se fue a caminar en la piscina.

Vaya, eso fue raro.

Guerra De HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora