capítulo 41

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- ¡No me toquen! ¡No me toquen! - Rhaenyra gritaba mientras sollozaba, caminaba deteniéndose de las cosas - ¡Jacaerys! - gritó el nombre de su hijo, se encontraba destrozada.

- Por favor mi princesa, permita que le ayudemos - suplicaba Ellinda.

- ¡Jace, Jace! Quiero ver a mi hijo, quiero su cuerpo... quiero a mi niño.

Poco a poco sus piernas perdieron fuerzas, se sentó sobre el suelo y mientras su cuerpo trataba de expulsar el bebé de su vientre.

- Mamá - murmuró Laena sorprendida. Se acercó con cuidado -. Hagamos esto juntas, como la vez anterior.

Rhaenyra la miró, ver a Laena era ver el reflejo de Jacaerys. No eran tan diferentes, ambos tenían una mirada dura que se suavizaba en presencia de quiénes amaban. Orgullosos y tercos, pero valientes y fuertes.

- Mamá - Laena se colocó frente a ella, pero Rhaenyra no dijo nada. - Por favor.

La ahora reina, la tomó de la mano con fuerza, Laena sintió la presión.

- Trae su cuerpo a casa Laena. - su agarre se intensificó haciendo daño en ella - Mata a quién lo haya hecho - le dijo finalmente -. Tráeme su cabeza - una mueca de dolor atravesó su rostro - Laena, cualquier reclamo que me quedé ahora... tú eres mi heredera.

- No... - murmuró Laena sorprendida.

- Vete, te necesito allá no aquí. No dejes que nadie haga nada sin que yo lo diga - le pidió su madre. - Ve, Laena, ve.

- No voy a dejarte sola - sentenció.

- Es una orden Laena, te lo ordeno - su madre jadeó por aire, su mirada enmarca el dolor y su cuerpo refleja el arduo esfuerzo que estaba haciendo por dar a luz.

- Majestad - dijo en respuesta e hincó su rodilla.

Rhaenyra acarició su mejilla entre lágrimas, la primera en ofrecer el título era su hija. Su dulce princesa. Rhaenyra volvió a gritar con fuerza, alejándose, manteniendo su equilibrio del borde de la cama.

Daemon estaba cerca pero no lo suficiente cerca para apoyarla. Laena podía ver el miedo en sus ojos, pero hizo lo que su madre le pidió.

- Vamos a planear nuestro ataque - dijo Daemon en la sala de consejo.

Todos los hombres se encontraban ahí, atentos a él. Escuchando con atención todo lo que el príncipe canalla tenía para decir. Su abuela se encontraba entre esos hombres, pero no en la mesa del consejo, estaba a un lado, cerca de la chimenea.

- Mi madre te necesita - dijo firmemente. Interrumpiendo la reunión no autorizada de la reina.

- No puedo hacer nada por ella en esa habitación, aquí afuera si, reuniendo un ejército...

- ¡Te necesita! - exclamó Laena molesta. Los hombres se voltearon a ver entre sí, pero a ella no le importaba. - Sé que te da miedo pasar por esto, pero tienes que dejarlo atrás por ella.

- Tú no sabes nada. Hay una guerra que... - dijo su padre mirándola a los ojos.

- Solo quiero que lo admitas Daemon, no te gusta compartir tú dolor, pero es necesario.

- Cállate - le sentenció. - ¡Largo todos de aquí! - ordenó.

Cada hombre abandonó la sala, a excepción de la princesa Rhaenys.

- No me llamas Laena porque te recuerda a tu difunta esposa. - Daemon apretó sus labios con fuerza. - Y a veces no eres capaz de mirar a Rhaena no porque Baela sea tu favorita, si no porque Rhaena es igual que ella y te recuerda tus propias inseguridades.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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