26- Me ire si ella me lo pide

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Cuando llego a la planta baja de mi edificio me encuentro con Clarisa jugando con el chihuahua del casero, el perro da vueltas hasta detenerse en mi dirección, ella sonríe y su sonrisa queda congelada cuando me ve.

Clarisa abre y cierra la boca y al final se calla pasando una mano por su cabello.

—Presiento que diga lo que diga no le haría justicia a lo bien que te ves.

—Supongo que aquí es donde digo gracias.

—Te ves hermosa Romina. —Sonrió.

—¿Pero quien carajos eres y que hiciste con mi mejor amiga? —Luzma me sonríe mientras me mira de mi busto a los pies —si me gustaran las mujeres, juro que te llevaba a la cama esta misma noche.

—Luzma —digo sonrojada.

—Pero no me gustan así que despreocúpate y tú —dice mirando a su prima —prohibido acercarte

—Luzma —digo deteniendo lo que sea que dirá.

—Que me gusten las chicas no quiere decir que me gusten todas.

—No, te gustan las inalcanzables como Samady. Por cierto ¿por que ella va con nosotras? —dice señalando a su prima.

—Por que yo la invite, al igual que Samady.

—Mira, tengo dos invitaciones y ¿tú? —se defiende Clarisa.

Cuando llegamos al restaurante quedo sorprendida por el diseño, es completamente diferente al otro restaurante, este es mas rustico. En la entrada esta Tania y Samady quien me sonríen cuando me ven, les correspondo la sonrisa, la sonrisa de Samady se agranda cuando mira detrás de mi.

—Deberías irte —dice Luzma a su prima.

La miro molesta por su comentario y ella se limita a saludar a las chicas que caminan hacia nosotras.

Samady se acerca a nosotras, nos saluda de beso en la mejilla cuando va acercarse a Clarisa, Luzma toma a Samady del brazo haciéndola caminar hacia la entrada del restaurante, Clarisa y Yo nos miramos sorprendidas mientras Tania mira con desprecio a Luzma. Tania trata de mejorar la situación y se coloca en medio de Clarisa y yo contándonos una anécdota que nos hace reír. Lo agradezco ya que empiezo a ver como Clarisa se relaja, mientras Samady la mira sobre su hombro y le sonríe.

Cuando entramos, el lugar se encuentra lleno de gente en su mayoría sus rostros no se me hacen conocidos.

Samady habla sobre su hermano y lo orgullosa que está de él. Sonrió por los comentarios.

—¿Y dónde está él? —pregunta Luzma.

Samady mira hacia el fondo haciendo que todas miremos al mismo lugar. Ahí está Santino, Max y Romane. Los tres vestidos de trajes.

—Mis tres mosqueteros —dice Samady.

La gente mira hacia donde están, todos esperando a ser saludados. Algunos prefieren no esperar y se acercan a saludar, Santino sonríe alegre, Max asiente con su peculiar seriedad y Romane está callada, su frente ligeramente fruncida me hace saber que está algo molesta. Ignora la conversación, mira a su alrededor como si buscara algo.

Me paralizo cuando sus ojos se cruzan conmigo, su mirada baja hasta llegar a mis zapatillas, yo me muevo inquieta. Cuando sus ojos me miran fijamente a los míos, parece relajada, pero vuelve a fruncir su entrecejo cuando mira a un lado de mi. Clarisa mira hacia ella y luego me mira a mí.

—No soy de su agrado —dice Clarisa solo para que escuche yo.

—Es tu imaginación. —digo sonriendo.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora