37- Te buscaba.

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Miro las casas pasar de prisa a mi costado, finjo demasiada atención al reflejo en blanco y negro gracias a los vidrios oscuros. Siento la mirada de Romane en mi y evito mirarla, con la música el silencio no es más vergonzoso y la falta de luz en el interior cubre lo rojo de mi cara.

Dejo que ella sea quien hable y termine con el silencio, pero parece no querer hacerlo, el camino a su departamento está siendo una tortura, estoy segura que ha de estar pensando en la actitud tan infantil que tuve. Me concentro en la carretera, las calles no me suenan familiares, no estamos yendo hacia su departamento.

—¿Vamos al club? —pregunto tomando valor para mirarla. Ella niega ligeramente con la cabeza sin mirarme. —¿Estas enojada? —pregunto a su falta de conversación.

Ella deja de mirar hacia en frente y me mira, su mirada es tan intensa que no se si lo que veo es enojo o lo que justo esta corriendo ahora por mi cuerpo, deseo. Salimos de la ciudad, nos detenemos en el semáforo rojo, sobre la carretera donde vi su coche aquella noche que hice a Carlos detenerse, con la desesperación de encontrar eso que ahora se, tiene nombre, Romane Rizzo.

El semáforo se pone en verde, vuelvo a mirarla cuando no se desvía al club y sigue derecho. Se detiene en el mismo lugar donde obligue Carlos hacerlo, avanzamos mas hacia el matorral, alejándonos de la vista de los coches que pasan.

—¿Romane? —la llamo.

—Ese día me buscabas —habla por fin.

Mi cuerpo no le basta la vergüenza que pase hace un momento, que se avergüenza a un mas de lo que ella dice.

—Yo —paso saliva sintiendo mi boca reseca.

—¿Realmente creías encontrarme en él?

—Yo no sabia que eras tú, pero aun sin saber lo que buscaba —bajo la mirada hacia mis manos.

Escucho el sonido de su cinturón desabrochándose. Su mano toma mi mejilla acariciándola hasta llegar a mi mentón, haciendo que la vea.

—No lo encontraste —termina de decir por mi. Yo asiento. —¿Sabes cuanto tuve que contenerme para no venir a buscarte?

—Me llamaste —digo recordando ese día.

—Lo hice, sabia que podías negarte, pero tenia la esperanza de que me usaras como tu salida, esperaba que realmente no quisieras estar aquí con él y entonces, viniste a mi.

Sus ojos brillan de deseo.

—¿Llamaste desde tu coche? —digo mirando hacia el lugar donde ella estaba ese día.

—Si.

—¿Y si yo no hubiera respondido?

Una sonrisa maliciosa sale de su cara.

—Marque a la policía.

—¿Tu que?

—Antes de llamarte a ti, llame a la policía, si tu te negabas, no ibas a quedarte aquí.

—¿Ibas a hacer que me llevaran?

—No —dice sin dudarlo. —Jamás hubiera permitido que pisaras la cárcel.

—¿Porque me dices esto?

—Por que quiero que sepas que las personas hacemos tonterías cuando morimos de celos.

—Tu, ¿tenias celos? Pero, ni si quiera había pasado nada entre nosotras.

—Había pasado, desde el día que yo te conocí, mirabas fijamente a Rizzo, movías ligeramente tu pierna esperando el semáforo, cuando te sentiste rodeada de gente, te acercaste mas al poste, vi como mirabas tu brazo, vi la pregunta en tu cara y luego me miraste.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora