40- Los celos me están matando.

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Trato de abrir la puerta, pero las llaves de caen al suelo. Las tomo y vuelvo a intentar abrir, esta vez lo logro. Me siento en el sofá quitándome las zapatillas, abrazo mis piernas mientras el sentimiento vuelve a ganarme y lloro. Esta montaña rusa en la que ella me tiene, me vuelve loca. Puede hacer comentarios de cuanto quiere estar a mi lado, pero desaparece en un abrir y cerrar de ojos, como si yo no le importara.

Me quito la ropa quedando solo en lencería, me acuesto en el sofá sin ganas de seguir mi camino hasta mi cama. Gracias a que no encendí la luz al entrar, puedo esconder mi miseria en la oscuridad.

Me despierto con los gritos de alguien peleando.

—La gente duerme a esta hora, ella debe estar haciéndolo —escucho la voz de Ava.

—No te metas —responde Romane. —¡Romina! —grita mi nombre, pienso en si abrirle o no.

—Deberías darle su espacio, a esta altura ya la despertaste y claramente no quiere abrirte.

—¿Es que vives en el pasillo? No te metas —escucho el enojo en la voz de Romane.

—Si no te vas voy a sacarte —responde Ava.

—¿Crees que me das miedo? una boxeadora a la que nadie le apuesta. Te investigue, se muchas cosas sobre ti, aléjate de Romina.

Me pregunto como logro investigar sobre ella, en tan solo un día. ¿Que tanto poder debe de tener para conseguirlo?

—Parece que a la que quiere lejos es a ti.

Abro la puerta. Romane me mira molesta, pero su molestia pasa de asombro  y luego a enojo, mientras Ava mira hacia otro lado. Romane camina hacia a mi, tapándome de la vista de mi vecina, miro hacia a bajo, encontrándome solo con la ropa interior.

—Entra —me habla enojada.

—No, ¿por que no te vas? no tenias mucha prisa en irte.

—Romina, no me provoques. Entra.

—Vete.

—Si quieres que me disculpe, lo hare, pero tienes que entrar.

—No —Trato de ser firme, sabiendo que Ava no me ve por que Romane me cubre por completo. —Si quieres que entre, tendrás que irte. 

—Romina —escucho la advertencia en su voz. —Entra.

—¿Vas a decirme a donde te fuiste? —ella se tensa y se queda en silencio. —Si no vas a decir nada, vete o me quedare aquí —llevo la mano hasta mi espalda tocando el broche de mi bra —pensándolo bien, hace demasiado calor como para traerlo puesto.

—Romina. 

—Vete o lo hare. 

Ella me mira, si pudiera echar fuego  con lo ojos lo haría. Pasa su mano por su cabello claramente frustrada, toma la perilla de la puerta y la cierra, quedándose afuera. Me recargo en la puerta, respirando, no se de donde ha salido eso, pero al parecer esta vez he ganado yo. Escucho el sonido del ascensor.

—Romina, ella se ha ido.

Abro un poco la puerta cubriéndome con ella, mostrándole solo mi rostro.

—Gracias y lamento haberte hecho pasar por esto y sobre lo que te dijo.

—No te preocupes. No me importa lo que diga. Anda, ve a dormir.

Sonrió con tristeza y cierro la puerta.


Me despierto, la espalda me duele, me siento como si me hubieran golpeado. Entro a la regadera esperando, el agua fria me obligue a despertar. Salgo envuelta con una toalla y tomo el celular, tengo llamadas perdidas de Romane y mensajes preguntándome donde estoy, al parecer son de antes de que viniera a buscarme, después de eso, no hay nada de ella.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora