36- No huyas

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—Se parece al mío —dice Clarisa sentada en su sofá mientras me observa pintar.

Miro hacia el cuadro que ha comenzado a pintarle a Samady.

—Claro —trato de no reírme. Quedamos en silencio y de repente se suelta a reír y yo con ella.

—Es horrible.

—Es tierno.

—¿Tierno? parecen las pisadas de mi perra. 

Vuelvo a mirar las estrellas y realmente parecen las pisadas de su perra.

—Podrías hacerme uno y decir que yo lo hice, puedo pagarte muy bien.

—Tendrías que llegarme al precio.

Miro el cuadro y después a la foto, va quedando tal cual, tengo curiosidad por escuchar la anécdota de Natalia. Miro la hora en mi celular, son casi las seis y media, llevo dos horas pintando. Hace una hora que Romane dejo de enviarme mensajes. Una idea cruza mi cabeza y sonrió mirando el cuadro.

—Tengo que irme. ¿Puedes hacerme un favor?

—Claro.

—¿Podrías pasar por mi en una hora, a mi casa?

—¿Quieres que te lleve a tu casa y te espere?

—¿Podrías?

—No tengo nada que hacer, dudo que esa pintura tenga remedio.

Miro también a su pintura y tengo que morderme el labio para no reírme.

Cuarenta minutos después estoy terminando de ponerme la peluca. Clarisa le sonríe a su celular, la sonrisa se le borra cuando me ve.

—Creo que no tengo que preguntar a donde voy a llevarte.

—Quiero darle una sorpresa a Romane.

—Estoy segura que va a sorprenderse. 

—¿Vamos?

Ella asiente y salimos de mi departamento. Me siento algo nerviosa, no se como tome mi visita en el Ocaso y otra parte de mi, tiene miedo ¿y si me encuentro con algo que no me guste?

Llegamos al Ocaso y mis nervios aumentan. 

—¿Quieres me quede unos minutos? 

—No te preocupes, ella me llevara.

Le doy un beso en la mejilla y bajo del coche. Al llegar a los guardias ellos abren la puerta, sonrió porque ya me reconocen, con o sin peluca. Llego al bar, no se si esperarla aquí o ir directo a su despacho.

—¿Buscas a Romane?  —pregunta uno de los meseros.

—Si, ¿Sabes si esta en su despacho?

—La ultima vez que supe de ella, si, eso fue hace veinte minutos.

—Gracias.

Bajo hacia su despacho, el pasillo esta solo, todas las puertas marcan estar ocupadas a excepción de una. Giro y camino hasta su puerta, toco y espero, pero no responde. Vuelvo a tocar  y nada. Me quedo unos minutos esperando, pero no pasa nada. Pienso en esperarla en el bar, cuando me giro a la salida, tengo que volverme a esconder en el pasillo a su despacho.

Romane, esta platicando con una mujer. Desde aquí veo a Romane de frente y a la mujer de espalda. Romane lleva su mano a su abdomen, la mujer baja la cabeza en dirección a donde tiene la mano de ella. Romane abre la puerta que tienen de frente y entran. Siento como el aire me abandona, haciendo que mis piernas se me doblen. 

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora