49- Castigo

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Salgo del estacionamiento de Rizzo con una sonrisa en la cara, trato de acomodar mi cabello y paso un dedo por mis labios como si eso borrara la evidencia de lo que tuve que hacer para que Romane accediera a dejarme entrar por la puerta principal y no entrar por su ascensor. Si lo hiciera Tania se preocuparía no verme llegar.

Me detengo y trato de disimular mi asombro al encontrarme al hombre que Romane me ha puesto para cuidarme.

—Buen día —él solo responde con un asentamiento.

—Hola, pequeña. ¿Estas bien? —Tania se apresura a llegar a mí.

—Si, estoy bien.

—¿Y Luzma? —escuchar el nombre de mi mejor a miga me hace sentir una mala persona, ni si quiera la he llamado después de lo sucedido, me he limitado solo a responderle los mensajes.

—Solo fue el susto.

—Qué bueno que estén bien las dos —Tania mira detrás de mí, sigo su mirada y me encuentro con el hombre de seguridad.

—Romane —digo en justificación.

—Ella nunca ha usado guardaespaldas.

Sonrió avergonzada.

—¿Es tuyo? —pregunta sorprendida.

—Ella puede llegar a ser muy exagerada.

—¿Por qué cree que necesitas guardaespaldas?

—Lo que sucedió en mi departamento no fue algo al azar. Fue una amenaza.

Tania abre los ojos sorprendida y asustada.

—¿Amenaza? ¿por qué?

—Quieren que me aleje de ella.

Tania mira al hombre, después a mí y luego mirada hacia alrededor.

—¿Que sucede Tania?

Ella toma mi brazo y me acerca a la recepción tomando unas carpetas, me entrega una abierta y ella abre otra.

—¿Recuerdas lo que te conté? —habla bajo mirando la carpeta como si quisiera disimular —sobre que alguien no me quería cerca de Santino.

—Si, me estas asustando.

—También me amenazaron —dice mirándome atreves de sus pestañas —recibía regalos de flores muertas y cosas realmente turbias, hasta que me amenazaron de muerte.

—Dios, ¿se lo dijiste?

Tania niega sin quitar la vista a la carpeta.

—No, iba hacerlo, realmente estaba decidida a arriesgarme por él —suspira —realmente lo quería.

—Y te alejaste por lo de tu amiga.

—Si, paso lo de Sara y ya no tuve fuerzas para luchar por él.

—¿Crees que... —me callo cuando ella me mira como si estuviera pensando lo mismo. —¿Que sea alguien en común? —pregunto cerrando de golpe la carpeta.

—Si.

—¿Por qué querría alejarnos de los dos? o ¿por qué querría a los dos?

—No lo sé, aunque la única persona que conozco en común es Max. —realmente no puedo imaginarme a Max haciendo eso.

—¿Crees que no nos crea suficientes para ellos? —Tania se queda callada, se pone pálida y mirada detrás de ella. —¿Has pensado en alguien más? —pregunto.

—Yo, no..no, creo no —parece nerviosa —quizás solo estamos sacando conjeturas sin sentido.

—Tania si tienes a alguien en mente deberías decirme.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora