47- Eres mía

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Me miro con desprecio.

Cierro los ojos y aun puedo ver la forma en la que sus ojos me miraban. La he llamado desde que se fue, pero no ha respondido, ni si quiera a mis mensajes.

Me miro en el espejo del baño del hotel. Solo puedo ver la parte superior de mi vestido. Los tirantes son apenas visibles, es rojo casi tirándole a tinto, es como si Maritza hubiera sabido a donde iba terminar llegando. Decidí no utilizar el vestido que Susan me dio, ni si quiera lo llegue a mirar, pero el de Maritza es realmente hermoso.

Escucho pasos en el pasillo, concentro toda mi atención en oír, deseando escuchar que toquen la puerta o que se abra, pero nada. La maleta de Romane sigue aquí. He esperado todo lo que pude, falta media hora para que el evento comience, pero ella no vuelto.

Resignada a que ella no vendrá pido un Uber. Cuando salgo del hotel, veo a un hombre con traje, parado al otro extremo de la entrada, lleva las manos cruzadas enfrente de él, me mira por un momento y luego mira al frente. En cuanto el Uber llega, sudo de prisa.

Al volver al salón del evento, está lleno de invitados. El murmullo de la gente va y viene, la busco entre la multitud, pero ella no está por ningún lado.

—¿Ella no ha vuelto? —pregunto a Maritza.

—No y —parece nerviosa, mira a su alrededor —Andrea, se fue en cuanto tú te fuiste, le marque y solo dijo que Romane la mando llamar y es hora que no ha vuelto.

Mi paralizo al escuchar lo que dice. Están juntas. Mis ojos comienzan a picar. Respiro un par de veces y salgo. Sonrió a la gente que me sonríe y me siento en mi lugar, la silla a un lado de mi sigue vacía, ahí debería estar ella. Enfrente de mí, al otro lado de la pasarela esta Susan sentada, el asiento de al lado, donde regularmente esta su hermana, también está vacío. Me mira y me sonrió, tengo que obligarme a sonreírle.

Mi sonrisa se borra cuando levanto la vista y me encuentro con Romane que ni siquiera me mira. Se sienta aun lado de mí, esta cambiada, aun huele a recién bañada. Miro su perfil, pero ella se limita a ver a la pasarela que ha comenzado.

—No respondiste a mis llamas —hablo en susurro asegurándome que solo ella me escuche. Se que lo hace porque se inquita con mi voz, pero no me responde. —No iba besarla, Romane.

Pongo mi mano sobre su brazo, ella mira hacia donde la estoy tocando, cuando sus ojos se posan en los míos, un escalofrío recorre mi piel, mi primer instinto es quitar mi mano, pero en lugar de eso aferro mi agarre. No voy a soltarla. Ella toma mi mano y por un momento siento una pequeña esperanza, pero ella levanta mi mano y la aleja de ella.

Miro mis manos sobre mi regazo, juego con mis dedos, tratando de no llorar.

—Maldita sea —la escucho maldecir, la miro y ella enfoca la mirada a enfrente.

La silla sola a lado de Susan, ya está ocupada por Sonia. Ella me mira y me sonríe, yo bajo la mirada enseguida. ¿Es que lo está haciendo apropósito? Claro que sí.

—Solo ignórala —trato de que Romane se calme. —Mírame por favor. —necesito hacer algo para que reaccione —dijiste que cuidarías de mí y me dejaste sola.

—Nunca te he dejado sola —la miro, pero ella sigue mirando a Sonia.

—Es lo que hiciste cuando te fuiste.

—Que no me veas, no quiere decir que no estes segura.

No entiendo a lo que se refiere, pero necesito que siga hablando conmigo.

—Si tu no estas, no me siento segura, no importa lo que hagas para cuidarme. —Ella me mira y por un momento siento que la estoy recuperando. Baja la mirada a mis labios —vuelve a mí.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora