55-¿Vas a quitarme el corazón?

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—Vamos —Romane intenta abrir la puerta, pero yo la vuelvo a cerrar.

—No. Espera un poco más, hay gente ahí afuera.

—Nena y la seguirá habiendo todo el día.

—Solo espera a que se vayan los que están en el pasillo.

—Estás sonrojada.

—Pues claro. Me la pasé toda la noche gritando como gata en celo —ella se ríe disfrutando el momento —no te burles de mí, todo fue tu culpa.

—No me burlo de ti y por supuesto que es mi culpa —dice orgullosa.

—Solo esperemos a que se vayan.

Ella comienza a besar mi cuello mientras esperamos detrás de la puerta.

—Si seguimos esperando no saldremos.

—No, no, no. Para, por favor —intento que detenga sus manos, si dejo que continue nunca podremos salir de aquí avergonzada de que todos me escuchen. —Vámonos.

Llena de valentía abro la puerta, encontrándonos con una pareja que se callan al vernos salir. El único ruido que se escuchan son las ruedas de nuestras maletas.

—Lo ves —le susurro al odio mientras caminamos el ascensor —la señora me odia.

—Solo es una mujer amargada porque su marido no le dará un buen sexo.

—Ja, deberías enseñarles. —Me detengo de golpe frente al ascensor, siento como la bilis sube por mi garganta solo de imaginarme a Romane con esa mujer.

Siento su aliento en mi cabello a causa de su carcajada.

—Que conste que has sido tu quien lo ha dicho. —me abraza mientras me escondo en su cuello.

—Fue muy feo lo que imagine.

Me empuja al ascensor sin soltarme a mí y a su maleta, mientras yo arrastro la mía. Cuando las puertas se cierran levanto la mirada y ella besa mis labios sin profundizar, ese pequeño beso mueve mi mundo de una manera diferente a los apasionados, este representa nuestro amor más allá del sexo.

—Lamento mucho que tengamos que irnos tan pronto. —Toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos mientras caminos por el hotel a la salida.

—No te preocupes, entiendo que tengas que volver al club.

—No sé de qué sirve que tenga tres dueños si no pueden hacer nada sin mí.

—Quizás te tengan miedo si hacen algo mal—ella se detiene a unos pasos de la salida. —¿Que sucede?

—Nena ¿tú me tienes miedo?

—N.o —finjo tartamudear. Ella entre cierra los ojos y no puedo evitar reírme,

—Muy graciosa señorita.

—Ahora no te tengo miedo, pero te lo tuve y mucho. El día que más miedo te tuve fue cuando te conocí, dejaste mi mano estirada y no respondiste a mi saludo.

Ella parece estarlo recordando porque se pone seria. Toma mi mano y se la lleva a sus labios besándola.

—Lo siento, fue muy mala contigo.

—Lo fuiste, pero ahora estas aquí siendo un amor ¡quién lo diría!

Ella me sonríe acercándome a su pecho para abrazarme.

—Perdóname por haber sido tan bruta.

—Ahora que me has contado la verdad puedo entender tu actitud.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora