57- Espero llores y llores mucho.

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El sonido de su voz gritando mi nombre con desesperación se convierte en mi desesperación, quiero correr a ella, pero mi cuerpo pesa y se ha vuelto inútil, no responde a mí.

—Romina —su voz se quiebra, quiero tocarla y consolarla.

—¿Ese es su nombre? Oye necesito que me mires y me respondas para poder ayudarla.

—Si, si, su nombre es Romina. ¿Ella va estar bien?

Quiero responderle, quiero decirle que estoy bien, pero el cansancio puede conmigo y me envuelvo en un sueño profundo.

Odio los hospitales, su olor tan peculiar que es difícil no reconocerlo aun cuando me cuesta enfocarme donde estoy. Una mano cubre la mía, que me impide moverla, veo hacia quien me inmoviliza, está recostada en el borde de la cama, su cabello cubre su rostro.

—No se ha separado de ti. —Escuchar esa voz que siempre me ha dado consuelo, en este momento me reconforta.

—Papá.

—Nos diste un buen susto mi niña.

—Lo siento, yo —sé que fue mi culpa, no debí haberme alejado del guardaespaldas.

—¿Nena? —Romane se pone de pie, me encuentro con sus ojos cansados.

—Hola —le sonrió para tranquilizarla. Se acerca a mí, abrazándome con cuidado, escondiendo su cara en mi cuello —¿Ya es tu cumpleaños? —trato de distraerla.

El corazón me late de prisa cuando la escucho sollozar aún escondida en mi cuello. La abrazo y ella se aferra más a mí. Me encuentro con los ojos de mi padre, él asiente y sale de la habitación.

—Estoy bien.

—Ahora lo estás —se aleja de mí sin si quiera verme y me da la espalda —te pusiste en peligro.

—Lo siento.

—Estaba aterrada Romina —da media vuelta para mirarme, sé que esta enojada —estabas inconsciente, te estaban intentado sacar del coche, si no hubiera sido por el cinturón de seguridad, no hubieras tenido suerte.

—Pedro me pidió que me lo pusiera ¿cómo esta él?

—Él está bien, tiene solo unos golpes.

—Ven aquí —estiro mi brazo para que tome mi mano, pero ella niega llevando sus manos al cabello.

—Estoy muy enojada Romina.

—¿Conmigo?

—Contigo por desobedecerme y ponerte en riesgo y con quien sea que está haciendo esto. No voy a perderte Romina.

—¿Que vas hacer? ¡Romane! —le grito, pero me ignora saliendo de la habitación.

—No cariño, vas hacerte daño.

—Papá detenla —intento bajarme, pero él me lo impide.

—No puedes detener a nadie Romina.

—Ella se va a poner en peligro.

—Quizás así sepas lo que es arriesgarte sin pensar en los demás.

—¿Que?

—Ella me lo ha contado.

—¿Te lo conto todo?

—Si.

—No es su culpa.

—Pero se siente culpable y tu madre.

—La ha culpado —el asiente. —¿Dónde está mamá?

—Se ha ido cuando no logro hacer que Romane se fuera.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora