45-Reina Roja

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Romane baja mi maleta de su coche. El estar en su estacionamiento arrastrando mis maletas me hizo darme cuenta de lo que está sucediendo y estoy comenzando a entrar en pánico. La adrenalina del momento me hizo decir que si a sus deseos de cuidarme, pero al decir que si, no entendía del todo lo que implicaba.

¿Por cuánto tiempo estaré aquí? Mañana por la tarde volamos a Cancún, pero ¿me pedirá que me quede aquí después de que regresemos?

—Estas muy callada ¿estas bien?

—Si —digo deprisa tratando de que no se dé cuenta de mi guerra interna.

—¿No quieres quedarte?

—No es que no quiera, pero creo que ahora que somos amigas no deberíamos estar bajo el mismo techo, sé que para ti es más fácil, pero para mí —no termino de hablar, su cuerpo me acorrala entre ella y el coche.

—¿Por qué supones que para mí es fácil? —abro la boca para responder, pero no tengo nada que decir y la vuelvo a cerrar —Romina, en mí, lo único que ha cambiado, es que te deseo más de lo que lo hacía cuando te conocí.

Miro sus ojos que brillan, mi corazón comienza a latir más rápido.

—Yo también —digo en un susurro, a veces maldigo la parte de mí que la desea, ella no puede ser controlada por mi cordura, la única que le causa sumisión en esa parte de mí, es la mujer quien me mira con deseo.

Ella acaricia mi mejilla, mi cuerpo se relaja.

—No quiero que te sientas incomoda y aunque te sigo queriendo a mi lado, voy a respetar tu espacio no voy a tocarte si tú no me lo pides.

—Me estas dejando una gran carga.

—Mi trato del club sigue en pie —ella me mira a los ojos —sé que desearías algo más que eso, pero créeme, estoy cuidando de ti, no quiero herirte.

—Lo sé y en el fondo te lo agradezco. —Ella asiente y se aleja de mí.

—Piensa en lo del club, no tienes que responder hoy. Sabes dónde encontrarme. Si después de volver de Cancún quieres irte a otro lado, por favor, solo déjame asegurarme que sea seguro a donde vayas. ¿Puedes hacer eso?

—Si —ella vuelve a tomar mis maletas y entramos al ascensor.

Entro a su departamento que ya se esta haciendo tan familiar.

—Si te sienta mejor, puedes dejar tu maleta en el cuarto de invitados.

—Gracias —que ella lo propusiera me hace más fácil esto, no creo que pudiera decirle que no si me pedía que me quedara en su habitación. —Me apurare para volver a Rizzo.

—No te preocupes por eso, dejaste todo resuelto para el viaje.

—Me volveré loca si no me concentro en algo.

—Puedes concentrarte en mi.

—No es buena idea.

—Solo descansemos, podemos hacer cosas de amigas —la miro fijamente, pasando una y otra ves la reacción de su rostro al pronunciar la ultima palabra, parece tampoco agradarle mucho o quizás solo es mi imaginación.

Falta mas de veinticuatro horas para el vuelo. Puedo fingir solo verla como jefa, ¿pero podre fingir verla como amiga por mas de un día? No lo creo.

***

Bajamos del avión después de cuatro horas de vuelo. Lo bueno es que solo trajimos una maleta de mano y no tenemos que esperar más equipaje. Mientras caminamos, Romane busca el cubículo para la renta de un coche, mientras yo confirmo la reservación de hotel. Mientras descansaba en el cuarto de invitados, fingiendo ponerme al corriente con la pasarela, intente encontrar otra habitación, pero el hotel estaba lleno.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora