32- Buena jugada, Romane.

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Mi corazón comienza a palpitar descontrolado mientras me acerco a Rizzo.

El sábado al llegar a la ciudad, después de un largo viaje tratando de aclarar mi mente, las horas me hicieron saber lo mucho que esa mujer me importa. Cuando encendí mi celular no había ni un mensaje, ni llamada perdida de ella, era como si no resintiera mi ausencia. En mi departamento camine por una hora al rededor de mi sala sobre pensando si llamarla o no, termine resignada que no tenia caso y dormí pegada a mi celular esperando que ella diera el paso, pero al parecer no soy lo suficientemente importante para atormentar sus noches.

—Hola pequeña —me saluda Tania al verme llegar —parece que no tuviste buen fin de semana.

—No mucho, pero en cambio tú parece que si lo disfrutaste.

—No tienes ni idea —dice guiñándome.

—¿Santino? —pregunto, ella niega mientras sonríe.

—El nuevo abogado.

—¿Estas saliendo con el nuevo abogado?

—No tanto así, me ha invitado a salir y pasamos el domingo juntos.

—Me alegra mucho que te estes dando una oportunidad, pero Tania, solo ve despacio. —Me siento una hipócrita por dar un consejo que claramente no he tomado.

—Lo hare. ¿Estas bien?

—Si, no es nada.

—Sabes que puedes contarme lo que sea.

—Lo se —le sonrió y camino al ascensor.

Al llegar al piso, Pia esta bebiendo de su café, sus ojos hacen contacto conmigo y con su mano libre me indica la puerta.

—Esta furiosa —dice casi ahogándose con su café.

—¿Que sucedió?

—No lo se. Cuando llegue ya estaba aquí con Amaranta y esa modelo, Andrea.

El teléfono de mi escritorio comienza a sonar, me apresuro a responderlo.

—Entra —dice y cuelga.

Miro a Pia quien me mira con compasión.  Voy hacia la enorme puerta de madera, la empujo. Las tres mujeres sentadas miran hacia a mi, al entrar.

—Buen día. —Trato de sonar serena.

Romane es la primera que deja de verme.

—Entra —dice fría.

—Hola, Romina —Amaranta se pone de pie encontrándome en el camino para saludarme.

—¿Es necesario que ella venga? —pregunta Andrea mirándome con desprecio.

—Lo es —dice mi jefa poniéndose de pie, haciendo que la rubia lo haga también.

—¿Necesito llevar algo? —pregunto mirándola, pero ella ni si quiera se detiene.

—No —dice de pie frente al ascensor.

Al llegar al coche de Romane, Andrea se adelanta para sentarse a lado de ella. Romane abre la puerta del copiloto y Amaranta se escabulle por un costado entrando al coche, tengo que mirar a otro lado para poder sonreír. Retrocedo unos pasos cuando Romane va abrir la puerta detrás de Amaranta y antes de que la rubia me quite, rodeo el coche entrando por la otra puerta.

Romane toma su lugar, cuando acomoda su retrovisor sus ojos se encuentran con los míos, soy la primera en cortar el contacto visual. Salimos del estacionamiento. Las únicas que hablan son Amaranta y Andrea, no he vuelto a preguntar, pero por la platica que tienen, se que es una pasarela a la que vamos. El camino es una tortura, tengo muy poco autocontrol y cuando miro  el retrovisor me encuentro con la mirada de ella.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora