56- Alejate de Romane.

1.9K 111 12
                                    

—Gracias, Pedro. Puedes irte a tu casa. —Lo despide Romane.

—Les ayudo a subir las maletas.

—No es necesario, anda vete antes de que esta mujer cambie de opinión. ¡Romane! —doy un pequeño brinco regañándola porque me ha dado una nalgada cuando Pedro nos ha dado la espalda para ir por las maletas al coche.

—Me gusta cuando te sonrojas —se está riendo de mí.

—Gracias Pedro. Hasta mañana.

—Hasta mañana.

Romane espera a que entre al ascensor. Voy a replicar, pero ella me calla antes de que pueda decir algo, su lengua busca la mía y yo ya he olvido el motivo de porque la iba a regañar.

—¿Vas a cocinar para mí? —preguntó al entrar a su departamento.

—Claro, es mi deber alimentarte. —Sonrió besando su mejilla.

—Podemos pedir algo para que no tengas que cocinar.

—Quiero hacerlo.

—Lo sé, pero mientras esperamos a que nos traigan la comida puedes meterme mano y si cocinas no podrás hacerlo.

Ella se pone seria, saca su celular y comienza buscar algo.

—¿Qué quieres que pidamos?

Me rio por su actitud. Me cubre con su cuerpo haciendo que caigamos acostadas al sillón.

—¿Burlándote de mí señorita?

—Creí que querías cocinar.

—Me has dado otra cosa mejor que hacer.

Besa mi mejilla bajando a mi cuello.

—Romane, creo que te has brincado el inicio, que es pedir la comida.

Ella resopla frustrada y vuelve a tomar su celular.

—¿Qué quieres comer?

—Lo que sea, alguna comida italiana, sorpréndeme.

Besa mis labios y se acomoda para escribir un mensaje en lugar de marcar.

—Listo.

—¿Que sucede? —acaricio su mejilla y ella cierra los ojos dejándose mimar.

—Quería que festejáramos hoy nuestra relación.

—¿Ah sí? creí que habíamos festejado toda la madrugada.

Ella muerde mi hombro en respuesta.

—Estoy hablando en serio.

—¿Que te preocupa?

—Tú, todo tú. Aun que me encanta hacer el amor contigo, no quiero que pienses que nuestro fuerte es eso —se ríe por las palabras que eligió —quiero que tengamos más.

—Estamos aquí, vestidas dándonos mimos, esperando la comida —ahora me siento culpable por pedirle que no cocine, no imaginaba lo importante que era para ella. —Ven.

Hago que deje caer todo su peso sobre mi cuerpo, su mejilla se recarga en mi pecho y acaricio su cabello.

—¿Estaremos bien? —pregunta y quisiera decirle con total seguridad que estaremos bien, pero desde que respondí la llamada de esa mujer, estoy dudándolo.

—Estaremos bien siempre y cuando estemos juntas, no me escondas nada por miedo a que huya.

—Te lo diré todo y tú me dirás lo que te asusta, te preocupa o te duele.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora