10- ¿Que hacías anoche?

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Son las diez de la mañana ha pasado una hora desde que entre a trabajar. Pia intenta entender lo que le explico, pero realmente es demasiado distraída. Nos tomamos un momento, ella va a la sala de descanso mientras yo me quedo admirando el paisaje desde mi pedazo de paraíso como lo llamo. La barda de vidrio quedaba justo a lado del escritorio y tuve que moverlo para ver una parte de la ciudad desde mi escritorio.

Todos desde aquí se ven demasiado pequeños. Toco el vidrio como si con eso pudiera despedirme de el. Se que soy muy nostálgica, suelo encariñarme con las cosas.

El vidrio se siente caliente por el sol que logra darle, mis bellos se erizan de la nada. Ahora que reconozco lo que realmente hace ese escalofríos, la excitación que provoca en mi, sobre todo se el gran poder que tiene. El teléfono de la oficina suena y me despego del vidrio sintiendo como todo desaparece.

—Dirección Rizzo.

—Romina. El coche esta en el estacionamiento.

—¿Como lo sabes?

—Porque lo estoy viendo. Acabo de llegar a la empresa y el coche esta aquí. ¿Quieres que le tome foto a las placas? o quizás la persona esta en el edifico.

—No, ya se donde esta.

Cuelgo la llamada sin si quiera despedirme. Camino de prisa al despacho de Romane abriendo la puerta sin permiso.

Romane esta sentada en su escritorio con la camisa a medio desabrochar. Con la misma rubia de la otra vez, esta sentada en el escritorio con las piernas cruzadas.

—¿Que pasa Romina? ¿que no sabes qué tienes que tocar?

—Yo —¿que explicación puedo decir?

Romane me mira furiosa.

—¿Tus empleadas son así de mal educadas?

—Andrea, déjanos solas.

—Romane, deberías de regañarla.

—Déjanos solas.

La chica camina hacia el ascensor mirándome mal. Romane abre las puertas desde su escritorio. Cuando las puertas se cierran ella se pone de pie.

—¿Por que entraste así?

Camina hacia a mi haciendo que por instinto retroceda, se que en algún momento chocare con la pared.

—Romina —mi nombre en su boca es una orden. —¿Que hiciste a noche, antes de venir a mi?

—Nada —digo de prisa.

—Mientes. Voy a volverte a preguntar ¿Que hiciste a noche?

La miro sin decir nada.

—Mentiste —me reclama.

—No —respondo nerviosa.

—¿No? —sigue avanzando hacia a mí —me dijiste que ya no eras de el.

—Yo no dije eso. Tú lo supusiste.

—Dijiste que era tu ex. Eso implica que ya no eres de él.

—No soy de nadie.

—Romina ¿Qué hiciste a noche?

Mi espalda toca la barda. Romane pone un brazo sobre mi hombro impidiéndome moverme.

—Eres tú —digo confirmando lo que mi cabeza negaba. —eres tú la de ese coche.

—Esa no es la pregunta correcta. La pregunta es ¿soy yo quien provoca ese escalofríos? ese que recorre tu piel —dice recorriendo mi vientre con su dedo —por qué eres tú la que provoca el mío.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora