15- Es ella quien quiere huir de ti

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Después de lo que pasó esta mañana tuve que poner una barrera entre Romane y yo de cabello rojo, Pía no entendía mi forma de actuar con nuestra jefa, pero me apoya respondiéndole ella a cada pregunta. Antes de retirarnos Romane dejó de intentar acercarse a mí y solo mando un correo recordándome una cena de negocios para hoy. ¿Es que el universo está en mi contra? No pudo ser mañana, cuando yo ya no estuviera bajos los efectos de esa mujer. En realidad no sé cuánto tiempo dure ese efecto, pero cada que recuerdo lo de la mañana es como si lo volviera a revivir.

Faltan cinco minutos para que Romane llegue por mi. Me estoy volviendo loca por esta sensación de querer renunciar a ella y que una parte de mi se oponga completamente a eso. Miro el reloj de mesa indicándome las siete cuarenta. Salgo de mi habitación encontrándome a mi madre en la sala, me mira con aprobación y tiene esa sonría que hace justo antes de decirme algo que se voy a odiar.

—¿Lo ves? Que no es tan difícil es vestirte así.

—¿Así como mamá?

—Con clase y decencia.

—Sabes que mamá, me voy. Te veo mas noche.

—Anda cariño, El señor Pedro ya esta esperándote.

Cuando salgo me encuentro con el coche blanco de la empresa, miro discretamente el asiento de atrás y ella no esta ahí, siento una pequeña decepción cuando no la veo.

—Hola, Pedro, buenas noches.

—Hola, Romina ¿lista?

—Si, vamos. —Pedro se mantiene al pie de la puerta mientras yo entro al coche. —¿Iremos por Romane? —no puedo evitar preguntar cuando el sube al coche.

—No, ya estará esperándote en el restaurante.

—Entiendo.

Miro por la ventana la noche brillante. Trato de controlar mi decepción, pero no puedo. Cuando llegamos, Pedro me deja en la entrada del restaurante, cuando me bajo no espero mucho y veo llegar el coche negro. Romane baja de el sin si quiera mirarme, voy a saludarla cuando se acerca al lado del copiloto y abre la puerta, de donde sale la chica rubia, Andrea. Romane la invita a que le ponga la mano en el brazo.

—¿Como era tu nombre? —me pregunta la rubia.

—Romina —respondo.

Ella asiente, voltea a ver a Romane mientras esta le sonríe. Ellas esperan a que me gire para entrar al restaurante. Cuando entramos escucho los tacones de Andrea seguirme. Saludo al mesero y lo sigo hasta nuestra mesa. Cuando llegamos me siento en el mismo lugar que me sentaba cuando venia con Don Franco. Preferiría estar mas lejos de ellas, pero tomando en cuenta que esta cena es de trabajo, para mi desgracia tengo que estar cerca de Romane, pero no me esperaba que ella mantuviera una barrera rubia en medio de las dos.

Pasan un par de minutos hasta que llegan unos clientes de los cuales ya conocía, lo que me ayuda hacer mas llevadera la cena, mientras Romane habla con él, yo mantengo una conversación con la asistente del cliente de Rizzo. Mientras hablo, la servilleta resbala a mis piernas, cuando voy a tomarla, veo la mano de Romane acariciar la pierna de Andrea, una sensación amarga se queda en mi. Me limito a sonreír y asentir a lo que la chica enfrente de mi dice. Aunque trato de evitar mirar no puedo, ella sigue con su mano en la pierna mientras la otra ríe.

—Buenas noches —la presencia de Santino, me saca de mi mal momento, todos respondemos y lo veo saludar a cada uno hasta llegar a mi. —están muy solas chicas. —dice sentándose en medio de la otra asistente y yo. —Romina.

—Santino.

—Te ves aburrida.

—El trabajo —respondo como si lo justificara.

ROMANE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora