14.Celos

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Permanecí parte del día preocupada, angustiada por que Santos se fue así con este clima terrible, que parece no dar tregua por al menos algunos, días a pesar de ello me concentre en el hecho de atender asuntos importantes del corporativo, tampoco es que sea posesiva con Santos el es libre de hacer lo que quiera aunque estemos unidos por la ley del hombre y de dios en ningún momento durante este año de matrimonio hemos tenido problema por esas cosas y no pretendo tenerlas pero definitivamente me había dejado el corazón el vilo necesitaba salir a buscarlo las horas pasaban y el no regresaba, termine creándome escenarios catastróficos de esta mañana en la que lo deje ir y no logre convencerlo que se quedara conmigo en casa fin de cuentas el siempre cumplía sus promesas y esta vez no lo estaba haciendo, mientras Nany atendía a las niñas en la sala de estar, me observaba caminando de un lado a otro mirando a la ventana para cerciorarme que finalmente llegaría montado en su caballo pero eso nunca paso en las tres horas que estuve esperándolo, intente volver a enfrascarme en mi trabajo en atender a las niñas en creer que no había pasado, nada pero ese pequeño presentimiento muy en el fondo del corazón me decía que algo estaba mal, Estrellita intento tranquilizarme con un te que me dio a beber, pero nada calmaba la angustia, así que sin molestar a nadie tome la camioneta y salí a toda velocidad a buscarlo, hasta la soledad aquella llamada me había dejado inquieta y antes de recibirla ir a buscar al rió es como dar por hecho que este se lo habría tragado, pero no Santos no se dejaría vencer por la fuerza de aquella corriente con la lluvia entonces, estacione en la camioneta y entre, aquella imagen me quedo grabada a fuego en el alma ¿Quien era esa mujer tomada del brazo de mi marido? ¿Y por que alguien había llamado para decirme que estaba ahí?  no entiendo nada la mirada de Santos y mía se cruzan y siento como el filo de mil cuchillos se han clavado en mi pecho.

 —¡Buenas tardes! —Interrumpo y la tensión se puede cortar con un cuchillo, cinco pares de ojos  voltean a mirarme pero yo estoy concentrada en los de Santos y el par de ojos verdes que igual me miran con extrañeza e incluso con cierta soberbia. no lo se pero esa mirada no me gusta nada y sigue aferrada a mi marido, Santos se ha soltado de golpe, va a levantarse pero Doña Helena interrumpe.

—María Teresa, querida ¿Como estas? pero pasa ¿Deseas beber un café un te? adelante estamos recibiendo a mi hija Natasha y bueno es una larga historia el hecho de que Santos este aquí quiero presentarte a uno de nuestros amigos Alejo Rivas  —Cuando dice aquello mi mirada se centra en el hombre rubio de ojos verdes, asiento apenas se pone y pie y lo saludo solo que realmente no quiero café, no quiero nada solo desearme llevarme a Santos para que me de una explicación a todo esto.

 —Con que tu eres la famosa María Teresa, si que eres guapa en verdad, digo se reconocer a una mujer guapa a kilómetros, de verdad lo digo enserio eres muy guapa incluso demasiado para Santos —Lo ultimo suena tan fuera de lugar que esta mujer me ha caído tan mal que quisiera cruzarle la cara con dos bofetadas, pero tampoco le voy a dar el gusto de hacerlo frente a sus padres, Santos se pone en pie en silencio don Guillermo nos mira a su hija y a mi sin entender nada sin embargo doña Helena ha entendido todo.

—Nat, hija creo que esta un poco fuera de lugar tu comentario, Mari te ademas de guapa es talentosa, empresaria, madre y una excelente mujer, creo que Santos y ella están a la par por que ambos forman un gran equipo dentro y fuera de sus tierras.

—Doña Helena, no tiene por que explicarle nada a su hija yo solo he venido por mi marido estaba muy preocupada por el y ahora que escucho su voz, se que ella ha llamado para que lo venga a recoger, de verdad, no podemos quedarnos —Aferro mi mano en el brazo de santos y es como si quisiera enterrarle las uñas en la carne, de pronto mi instinto salvaje se ha despertado estoy celosa, demasiado y quisiera en estos momentos hacerle una escena de celos pero para darle el gusto solo en la intimidad de nuestra casa, el me mira asiente, nos despedimos de un don Guillermo callado y un Alejo completamente fuera del juego en aquella escena que he montado, al final hombres que no entienden un carajo.

Mi esperanza eres tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora