35. Asesinato

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La muerte es mi arte y estoy a punto de crear mi obra maestra Anónimo. 

Media hora antes del asesinato de Helena.

Narra Natasha

Tener que hacerme cargo de mis madrastra todo este tiempo ha sido en vano, médicos electroshocks, medicamentos fuertes para llevarla finalmente a su destino, no han funcionado para nada, la vieja es fuerte resiste todos y cada uno de los experimentos que he hecho con ella, además de robarme el cariño de mi padre, se aferra a morir es un estorbo una carga que no deseo llevar mas a cuestas, esta cava donde la he encerrado hace unas semanas sin que mi padre se haya dado cuenta es ahora su casa, lo ultimo que vera antes de deshacerme de ella, la he atado y torturado con fuego quemando sus piernas y ha ahogado sus gritos mientras cubro su boca con mi mano, días sin alimentos, sin agua y parece la rata mas resistente que he encontrado en alguna cloaca, las peores torturas que mi mente pudo imaginar pasaron por su cuerpo, jugar con sus peores miedos, destruir su mente todas esas cosas tuve que planear desde que decidí recluirla en un psiquiátrico para acabar con su espíritu, sus fuerzas no obstante ella se resiste a morir pues yo le daré la muerte sin titubeos sin que la mano me tiemble mientras sostengo la pistola mirándole a la cara esa cara que me observo con compasión el día que la conocí, no soporto que me miren con lastima eso es signo de debilidad y yo no soy débil, soy fuerte nunca quise el amor de esta mujer por que ella me lo quito yo solo deseaba que el y yo permaneciéramos juntos hasta que alguno de los dos muriera, pero no, finalmente se tuvo que atravesar en mi camino, todo el mundo me roba el amor de quien yo deseo, primero ella luego María Teresa al lado se celebra una fiesta tengo un plan y si todo sale como yo espero, esa mujer caerá en la trampa.

—Hija, déjame vivir tengo que salir de aquí, tienes que recuperarte, no estas bien lo se por que te conozco, en mis momentos de lucidez como ahora, puedo verte sentada en el rincón de esta cava con la mirada ausente, perdida, enloquecida, por la felicidad de otros y tu no eres así Natasha eres buena hija solo tienes que dejarte ayudar —Helena se arrastra, por que eso es solo lo que puede hacer, sus heridas están infectadas, su ropa sucia la belleza de su rostro ha perdido ese brillo especial y vuelve a dirigirme esa mirada de compasión que no quiero.

 —Aléjate de mi, no te acerques, ahora eres un guiñapo de mujer, la queridísima Helena Ortiz solo es la sombra de lo que un día fue, nunca fuiste mas que la mujer del presidente municipal, nunca mi madre —Alcanza a tocarme la pierna y de una pateo contra su boca, un hilo grande de sangre caer por la comisura de su boca y sus manos van directo a su estomago lagrimas amargas caen sobre sus mejillas y yo no siento nada, mi mente se ausenta por momentos y solo pienso en el pequeño recién nacido de Santos, el niño que yo soñé ese pequeño ser que debió ser mío se lo ha dado esa mujer, el solo pensarlo provoca que los odie mas a ellos y a toda su familia, nunca he sido feliz y nunca lo he entendido, estoy rota por dentro pero no debo mostrar debilidad, no ahora que son los últimos momentos de Helena, he enviado a mi padre hoy a la ciudad y espero que no vuelva hasta que termine el trabajo con esta mujer entonces no pienso dos veces, tomo a Helena por el cabello, a rastras la llevo hasta la sala de la casa, ahí justo en ese momento la dejo para despedirme de su estúpida presencia.

—Helena Ortiz, nunca me agradaste como mujer, ni como madre, quise hacer las cosas bien contigo al menos mantenerte alejada de mi padre para un día simplemente darle la noticia de que moriste por que el tratamiento no funciono, que no pudiste mas con tu vida y cometiste la estupidez de matarte con una sobredosis de pastillas, sin embargo te aferraste tanto a la vida que tu misma firmaste tu sentencia de muerte, tu no fuiste quien me diera la vida pero yo seré quien te de la muerte maldita

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