47.El rescate

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El mundo no tiene sentido si tú no estás aquí. No soy feliz si te necesito. Cariño, ven a mi lado; en esta soledad mi universo se está acabando. Te necesito y te echo mucho de menos. Anónimo

Narra María Teresa

Estar viviendo esta experiencia por así decirlo es algo diferente la vida siempre nos pone a prueba sin embargo a Santos y a mi la vida nos ha demostrado que después de una boda no existe el felices para siempre, que en verdad la realidad es completamente distinta a lo que deseamos o soñamos cuando nos casamos con el hombre que amamos y admiramos por sobre todas las cosas, nos hemos tenido que enfrentar a cosas que nunca imaginamos tener que pasar por pruebas difíciles, la separación temporal por creer en un engaño, dudas, peleas y estar al borde de la muerte esta vez nuevamente me tocan los estragos de vivir al filo de la muerte a veces creo que me esta pisando los talones otras veces creo que todo esto se debe a que la propia Natasha es la que ha planeado todo esto, la vida era buena antes de su llegada y con ella llego la desgracia la paz no puede durar mucho por que algo sucede que volvemos al abismo del que habíamos vuelto  a salir a veces quiero creer que la felicidad esta a la vuelta de la esquina pero nunca sabes que es lo que pueda suceder luego, solo nos queda el aprendizaje de apreciar los bellos momentos ni lo bueno dura para siempre como lo malo no hay mal que dure cien años y cuerpo que lo aguante, desde que llegue a la cabaña de estas mujeres que ha sido realmente poco han cuidado de mi y he pensado que pude haberme encontrado a almas despiadadas que pudieran hacer de mi lo que ellos o ellas quisieran sin embargo me encontré con almas bondadosas y agradezco el hecho de seguir luego de hablar con Matilde volví a dormir  y por la noche llego nuevamente la fiebre donde seguí delirando no se si mu cuerpo pueda ser tan fuerte como para soportar un día más, solo pido al cielo una oportunidad más, de vida para entrar en una iglesia y poder agradecer el hecho de estar con vida de besar a mis hijos y de poder ver a Santos de nuevo, se que tal vez pido mucho es solo que creo que merezco la felicidad en este mundo y no veo nada malo con querer desear ser feliz al lado de quienes amo, luego de curar mi herida Cecilia parece ver que no tiene buen aspecto la pierna esta morada y eso no es una buena señal.

—Sigue mal ¿Verdad? —Observo mi pierna el pantalón quedo hecho trizas y puedo ver donde hice el torniquete.

—No voy a mentirte mujer, la herida esta muy mal se debe atender con un medico, nosotras hacemos lo posible para que sane aunque a veces las hiervas no son de mucha ayuda comparado con la medicina moderna, hice un cuenco con hiervas de aloe vera, achiote y caléndula que ayudan, para ayudar con la inflamación el dolor y que cicatrice la herida solo que la piel sigue morada, debemos estar al tanto de que no se ponga negra por que ahí si no habrá vuelta atrás —Se lo que sus palabras me quieren decir, puedo verlo en sus ojos trato de recargarme sobre la cama la herida de la mano esta sanando muy bien y al menos eso me deja tranquila.

 —Esas fiebres nocturnas no me gustan nada, son síntoma de que hay una infección, eres fuerte muchacha pero en medio de este lugar donde no tenemos recursos, solo lo que la tierra y la selva nos da, no todos aguantan mucho, al menos entre la poca gente que hemos tenido en nuestra cabaña pocos han sobrevivido si bien los accidentes por aquí son raros, no son inexistentes —Matilde como siempre con sus sabias palabras me hace caer en la realidad sin ser dura, me acerca fruta fresca y el apetito no se hace esperar en verdad quiero comer algo.

—Lo se ¿Sabes? alguna vez en mi hacienda hubo un tiroteo y quien ahora es mi esposo defendió aquellas tierras con su vida, su tía dijo que era muy fuerte se dedico a curarlo con sus hiervas aquellas heridas de bala y yo siento que esa admiración que le tengo ha logrado que siga viva pasamos por tanto que sigo pensando que esto es solo una prueba de que nuestro amor es tan grande que ha superado cualquier barrera —Me llevo un pedazo de mango a la boca y mastico con verdadera hambre tengo en el cuenco varias frutas y aunque se que es lo que me pueden ofrecer estas mujeres como aquello como si fuera un gran banquete. 

Mi esperanza eres tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora