55.Acorralada

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Pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación, con la puerta cerrada por dentro, pero a veces salía en una especie de frenesí alcohólico, y se lanzaba fuera de la casa para recorrer el jardín con un revólver en la mano, gritando que ella no tenía miedo a nadie y que no se dejaría acorralar, como oveja en el redil, ni por hombres ni por diablos, Sin embargo, cuando se le pasaban los ataques, corría precipitadamente a la puerta, cerrándola y atrancándola, como quien ya no puede hacer frente a un terror que surge de las raíces mismas de su alma. Anónimo.

Narra Guillermo 

Han encontrado mi arma y todavía no puedo entender que significa todo esto un interrogatorio innecesario al menos para mí y no, no es porque me sienta culpable de algo que yo no hice si no por el hecho de que me sorprende que justo un arma de mi propiedad haya terminado con la vida de mi mujer, en este preciso instante no puedo hacerme a la idea que el asesino se encuentre en mis tierras, entre mis empleados, intento recapitular tantas cosas, sin embargo la cabeza no me da para cuestionamientos y cuando me ordenaron que era necesario hablar con mi hija Natasha todo se volvió confuso ¿Que tendría que ver ella en algo tan delicado como la muerte de su madre? ¿Porque tendría que hablar sobre algo que quizás le traiga un trauma y sus nervios colapsen? solo quiero unir las piezas de este rompecabezas que parece que no tiene ni pies ni cabeza, es como si todo aquello no tuviera sentido y es que en realidad tengo el sentimiento de que no lo tiene, sin embargo, al saber que mi hija, se encuentra en casa le pido a la servidumbre que la llame al bajar, la noto alterada sin embargo cambia su modo de ser al estar frente de Castillo al menos es lo que veo, permanece tranquila al lado mío de pie con la mirada fría y el rostro impasible.

—Buen día ¿Que les trae por aquí Castillo, señor... —Hace un gesto con el abogado estira la mano para saludar y este se pone de pie 

—Licenciado cuenca —Estrechan sus manos y mi hija coloca una mano sobre mi hombro parece sonreír.

—Licenciado Cuenca ¿A que debemos esta grata visita?  

—Bueno, señorita Vivanco, solo deseamos hacerle algunas preguntas sobre la noche en la que su madre fue asesinada, encontramos una pistola propiedad de su padre entre los límites de la hacienda vecina y estas tierras, solo nos gustaría saber ¿Donde se encontraba cuando su madre murió esa noche? —Aquel hombre se centra en mi hija y Castillo que ha dejado el arma a la vista parece sacar conclusiones sobre algo.

—La verdad es que no se a que vienen estos cuestionamientos, de hecho, yo no me encontraba en el puerto esa noche estaba de viaje igual que mi padre de hecho llegamos casi al mismo tiempo y luego me entere de lo de mi madre y la verdad que me partió el alma —Al decir aquello no lo puedo creer y es que en verdad no recuerdo que esa noche pudiéramos coincidir si mal no recuerdo ella apareció después, trato de interrumpir, pero Castillo interrumpe.

—Señorita hay gente que dice que la vio la noche del asesinato ingresando al puerto, en compañía de alguien y seguramente esa era su madre Su rostro palidece en ese instante es como si la hubieran descubierto en algo y de pronto un presentimiento comienza a crecer dentro de mí.

—Castillo yo... la verdad es que la gente se pudo haber equivocado, yo llegue días antes con Helena, pero no ese día.

—Hija ¿Porque no me dijiste nada de esto? —La veo a los ojos y es como si fuera un animal al que se le ha creado un cerco y se ha visto acorralado por un sitio que cada vez se hace pequeño y no sabe por dónde escapar.

—Yo no puedo hablar sin presencia de un abogado, en todo caso tengo mis derechos —Reta a cuenca con la mirada y Castillo parece haber unido ya, las piezas de ese rompecabezas y parece que mi hija es la última pieza que faltaba para que encajara.

Mi esperanza eres tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora