TAYLOR
—Entonces... —murmura la muchacha frente mío—, ¿aquí termina el diario de Alex?
Si bien sonó como una pregunta, sabía que en realidad era una afirmación, no había más que un par de páginas en blanco luego de aquella frase final.
—Si —respondo, asintiendo.
Debie relee una y otra vez las páginas desgastadas de aquel viejo cuaderno, aquel que yo también releí hasta casi aprenderlo de memoria.
Me atrevo a decir que la muchacha frente mío tiene los ojos un poco brillantes, sin embargo no la presiono a que diga nada ni interrumpo su momento.
La entiendo bien, en ocasiones me sigue pasando lo mismo, esos sentimientos que de seguro está sintiendo ella, los conozco de memoria.
—Es una historia preciosa —murmura, luego de darle un trago a su vaso de agua.
—Lo es —estoy de acuerdo.
—Sería un honor para mi escribir su historia, señor Weist.
Mis ojos se clavan en los de la muchacha frente mío, que espera una respuesta paciente.
—Todos merecen conocer la historia de Alex —respondo y siento como se me forma un nudo en el pecho después de todo este tiempo, aunque lo disimulo mejor.
—La historia de ambos —me corrige Debie. —Habla de Alex y de Taylor —se explica.
—Tienes razón —estoy de acuerdo nuevamente—, es la historia de ambos.
—¿El nunca recuperó la memoria? —Pregunta Debie, mordisqueándose los labios con nerviosismo, pero también me atrevo a decir que con ilusión.
—No —respondo después de unos segundos, negando con la cabeza. —Sin embargo, después de algunos años, consiguió algunos recuerdos de ellos, no todos, pero sí los suficientes para entender un poco todo lo que tenía dentro, todas esas cosas a las que en todos esos años, no les había podido poner nombre.
Debie me sonríe con tristeza antes de asentir, como si no le gustara del todo mi respuesta, pero de todas formas, la aceptara.
Nos quedamos nuevamente en silencio, donde por fin me termino mi segundo café, por lo que poniendo las manos sobre la mesa, murmuro: —Debie, supongo que tendré noticias tuyas pronto, pero debo irme, mis hijos están esperandome.
—Si, por supuesto —murmura rápidamente, como saliendo de su ensimismamiento, se pone de pie para poder sacudir mi mano, estirada en su dirección. —Lo estaré llamando pronto.
—¿No sales? —Pregunto, asintiendo en dirección a la puerta.
—No —responde ella y sus mejillas se colorean con vergüenza. —Voy a quedarme aquí releyendo —agrega. —Ni hablar que la tarta tatin de este lugar es increíble —murmura más para sí misma, que para mi.
En respuesta le doy una sonrisa amable y hago mi camino a la salida.
—Señor Weist —me detengo, girandome para que nuestras miradas se encuentren y ella pregunta—, usted es Taylor, ¿verdad?
Sonrio.
Una sonrisa pequeña, que no me llega a los ojos. Ha pasado un tiempo desde que sonreí de verdad-
—Puede... —respondo con un encogimiento de hombros y alejándome nuevamente.
—¿Ella se puso bien? —Medio grita para que la escuche.
Esta vez no me giro, sino que cierro los ojos unos instantes, recuperándome de esas palabras, del dolor que me producen.
—¿Alex tuvo su final feliz? —Insiste cuando no respondo.
—Eres tu quien va a escribir su historia —me obligo a responder, girándome para mirarla a los ojos por última vez, sintiendo la urgencia de salir del lugar. —Supongo que tienes el poder de darle el final que ambos sabemos que ella se merece.
Y sin esperar respuesta, termino saliendo de la cafetería, dejando un pedazo de mi historia y la de Alex allí.
***
CHIQUIS, SOLO QUEDA UN CAPÍTULO MÁS Y EL EPÍLOGO
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DBLASSAL
GRACIAS POR EL AGUANTE CHIQUIS.
LXS AMO
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El día que dijimos adiós
RomanceSoy una persona a la que no escucharás quejarse de la vida que lleva: Tengo el trabajo de mis sueños y mi carrera en la firma de abogados solo va en ascenso. Acabo de ganar un juicio que me dejará en las grandes ligas. Estoy pensando en proponerle m...