La marca tenebrosa y el alboroto en el ministerio

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Finalizado el partido, todo parece normal al principio: Harry y los demás se unen al gentío para salir del estadio y llegar a su tienda, discuten sobre el partido como cualquier fan deportivo y se van a la cama mientras los irlandeses celebran su victoria con fiesta y jolgorio, como cualquier afición cuyo equipo ha ganado un galardón tan importante en el mundo real.

Sin embargo, como sucede también en estas ocasiones en el mundo real, un grupo de supuestos aficionados aprovechan la situación, empujados por el alcohol, para dar rienda suelta a sus ansias de violencia y declarar sus intenciones extremistas. En este caso, un grupo de antiguos mortífagos (aparentemente liderados por Lucius Malfoy) se han juntado por el partido y han decidido aprovechar para burlarse abiertamente de los muggles y del Ministerio, usando al señor Roberts y a su familia como escudo frente a los agentes del Ministerio. Harry, Elizabeth, Draco, Ron y Hermione huyen al bosque del sitio.
Entre el caos, Harry, que en el camino pierde su varita, Elizabeth, Draco, Ron y Hermione consiguen refugiarse en el bosque; aún son muy pequeños para involucrarse (incluso Fred y George son mandados a ocultarse en vez de luchar, eso sí, con la misión de cuidar de Ginny).

Momentos después se escucha un grito de morsmordre y observan la Marca Tenebrosa en el cielo. Esta, es la marca que identifica a Voldemort. Barty Crouch, aparece junto a un grupo de magos, dirigido por Arthur Weasley, y acusan a Harry, Elizabeth, Draco Ron y Hermione de haber invocado la marca. Barty Crouch busca entre los arbustos y encuentra a la elfina doméstica, Winky, que había robado la varita de Harry. Amos Diggory utiliza Priori Incantatem para definir el último hechizo que había realizado la varita. Se descubre que ésta invocó la Marca Tenebrosa, y Winky, es acusada y despedida.

Hermione tiene razón al observar que él y Amos tratan a Winky como si fuera inferior. Con Amos es difícil decirlo, pero es posible que sus experiencias en su departamento le hayan dejado con prejuicios hacia otros seres, lo que no es excusa, claro. Casi nunca es una cuestión de pura intolerancia sin más, siempre hay algo detrás que da lugar a estas situaciones, e ignorarlas es peligroso.

Al final, Winky queda libre de sospecha (aunque es despedida de todas formas), Harry recupera su varita y todos vuelven a la tienda a juntarse con los demás y reflexionar sobre lo ocurrido. Especialmente a Harry le queda la duda de si hay alguna relación entre su sueño y lo que ha pasado (no la hay, al menos por el momento).

Evidentemente, un ataque terrorista en las finales de los Mundiales de Quidditch, con asistentes de todo el mundo, supone un duro golpe para el Ministerio de Magia británico, que a ojos de los demás países ha quedado como débil en seguridad y vulnerable a ataques.

En el Ministerio tienen las manos llenas para tratar de compensar los daños y perjuicios ocasionados a los asistentes (y distinguir de entre ellos a los buscavidas que quieren aprovechar la situación para sacar tajada) e intentar evitar la mala publicidad que se le ha dado a todo el asunto, exacerbada por Rita Skeeter (método que es su modus operandi habitual).

El pobre Arthur se ve comprometido por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado (por mucho que diga Percy, no podría haber hecho más de lo que hizo), y ahora se ve obligado a trabajar duro durante lo que queda de mes, y cuando llega el día de irse a Hogwarts la situación no ha mejorado aún.

Harry aún está preocupado por las implicaciones y espera la carta de Sirius con impaciencia, y Hermione sigue cultivando su fastidio por el trato a los elfos domésticos, pero el interés principal de los chicos ahora es el retorno a Hogwarts, y prepararlo todo.

La hermana melliza de Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora