Capítulo 4 El mar está lleno de corazones rotos.

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- ¿Por qué me ataca de esta manera? - Nadine lloraba tomando el pasa manos con fuerza sentada en la escalera -yo que le he dado mi vida y devoción...-

- No lo entiendes niña, ese hombre no es tuyo ni lo será-

- ¡Calle de una vez!-

- No dejara a su mujer por ti... y aun si lo hace, ¿Cuánto pasara para que la suerte te alcance y te haga pagar con la misma moneda? -

- Él me ama, estoy segura-

- Ellos aman lo que creen que somos- la Madam se acercó a ella, le tomo de la barbilla gentilmente y empezó a limpiarle las lágrimas que cavaban profundo en sus mejillas -intento protegerte Nadine, precisamente por todos estos años que te debo, te romperá el corazón...-

Nadine le aparto la mano rápidamente y tiro al suelo el pañuelo con que intentaba consolarla, en un arrebato de ira salió de la casa, dejando a la Madam sola en el último peldaño.

-Te dije que no interfirieras-

-Ella regresara- podía sentir la tristeza con que lo añoraba -quiera Dios que regrese-

La vi subir de nuevo a su alcoba y volví la mirada a la puerta, también yo deseaba que Nadine retrocediera, ella y yo, éramos lo único que tenía la Madam, aunque no lo admitiera.

Más tarde mando a todas a prepararse como era costumbre, ya que Nadine no se encontraba más bajo su cuidado ella debería ayudar a las otras para atender a los clientes.

Hombres que puntuales llegaban con la noche.

La banda siguió tocando como siempre y las mesas de apuestas siguieron trabajando, las mujeres caminaban llevando las botellas de vino y encendían los puros de los hombres.

-¿Dónde ha ido la Madam?- me pregunto un par aparentemente apresuradas.

-Está arriba, fue a guardar su abrigo-

Sin causar mucho escandalo ambas subieron cuchicheando.

Note cuando la Madam bajo que había retocado su labial y el polvo sobre sus mejillas -Adrien, que uno de los muchachos te cubra en la barra y sígueme-

Solo podía significar una cosa, un apostador había aparecido.

La Madam no jugaba por apuestas menores, por eso me pedía estar con ella para cuidarla. Los hombres humillados muchas veces habían intentado atacarla y ella odiaba que la tocaran.

-Violette- me acerque a susurrarle al oído poco antes de entrar al ala privada donde jugaba -conozco a ese sujeto, no apuestes con él-

Me regreso la mirada curiosa, pero asomándose apenas distinguía la suela de los zapatos de aquel hombre.

-¿Y cómo lo conoces?-

-Estuvo aquí la otra noche, no me da buena espina-

-Aun así- Violette no podía rechazar una apuesta de esta índole, se jugaba en ella su posición y fama -si desconfías tanto de él entonces no te alejes-

Cuando entro a la sala él se puso de pie y le extendió la mano -Madam Violette, por fin puedo conocerla en persona- ella atendió a su saludo de manera cortante, como con todos, no cayo deslumbrada a pesar de que era buen mozo -eh escuchado mucho de usted-

-Cosas buenas espero- otra mujer le retiro la silla y se sentó cruzada de piernas, golpeo la mesa con uno de sus dedos y le acercaron pronto el vaso de alcohol.

-Nada más que cosas buenas- las mujeres que habían ido por la Madam y atendían al hombre salieron de la sala, quedando únicamente los tres -¿el caballero es su guardia? -

-Es un mediador, en esta casa de apuestas, están estrictamente prohibidas las trampas-

-Le da mucha ventaja que trabaje para usted-

-Espero que no dude de mi honradez, aun en estos negocios-

Las cartas se repartieron y en un baúl se dejó el dinero de la apuesta, Madam tenía un buen ojo, era casi seguro que ganaría de nuevo.

-No creía en la suerte hasta que la vi esta noche, se me había comentado que no bajaba nunca de esas escaleras-

-Siéntase muy honrado, pocos hombres tienen lo suficiente para que yo converse de esta manera con ellos-

-Estoy seguro. Pero esta apuesta es solo un pretexto para acercarme a usted- por primera vez en toda la partida, el hombre despego su mirada de las cartas y vio directamente a Violette.

-¿Qué es lo que busca ganar en realidad?-

-Un momento a solas- ella sonrió, una sonrisa cansada -se lo que piensa, pero le aseguro Madam, que si me da una oportunidad no se arrepentirá nunca-

-¿Oportunidad? ¿Por qué debería yo darle oportunidad?- Violette bajo las cartas y se recargo en la silla, la conocía bien, comenzaba a molestarse.

-Porque soy el amor de su vida-

VioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora