Capítulo 29 Mira cómo se deshace

0 0 0
                                    

-Parece que hubieran pasado años, pero la verdad es que no debe tener más de tres ciclos lunares lejos de aquí- Nadine me servía un trago antes de sentarse frente a mí –mucho paso y muy rápido-

-Pero no entiendo ¿Cómo la dejaste ir? -

-¿Haz olvidado como es ella?- algo de indignación frunció la nariz en su respuesta –claro que le pedí que no se fuera, pero dijo que todo aquí la torturaba, dijo que sin ti este ya no parecía un hogar-

Me hirió, fue cruel pero sincera –fui un tonto, creyendo que no me amaba tanto como para perder su camino, creyendo que podía amar a alguien mucho más de lo que me amaba a mí-

-No fue así- ella tomo un largo trago, ya no lloraba, llegue en el tiempo en que su llanto había sido disuadido por su resignación para mantenerse en calma –fue convocada ante el rey de nuevo, seguro porque escucho todos los chismes a cerca de ella-

-¿Qué de especial pudieron ser? Siempre se ha hablado de ella-

-Decían que la Gran Madam al fin había perdido el corazón, que no paraba de llorar desconsolada y así era. El rey la llevo de vuelta al castillo con la esperanza de que sus amplios jardines le renovaran el rostro, que desapareciera su congoja, pero he escuchado que no es así. Aun murmuran diciendo que sus dedos no dejan de sangrar por las rosas que sostiene todos los días durante sus paseos matutinos...-

-Tengo que verla de nuevo Nadine, para disculparme en persona y suplicarle que vuelva, si su alma guarda una gota de amor por mí, hare que sea como antes... por favor, llévame contigo ante ella-

-Debo detenerte ahí Adrien- dijo alzando su mano frente a mi rostro –Violette ya no es más la gran matrona del callejón rojo. No solo volvió al castillo, se convirtió en la favorita de la corte de la reina y ha sido prometida como concubina para el próximo rey heredero, no puedes acercarte a ella solo porque si-

-¿Próximo rey?- ¿De qué me estaba hablando esta mujer? ¿Su majestad pensaba abdicar al trono?

-Seguro morirá pronto, la peste le alcanzo y poco a poco deja de ser cuerdo- el rey había enfermado sin que yo me enterara- todos vivimos esperando que lance el decreto antes de que pierda por completo la cabeza; enserio Adrien, ¿Dónde estuviste metido? –se acercó un poco más para susurrarme despacio -tu y yo sabemos que no importa si es el Duque Alphonse o Dean quien hereda el trono, no tocaran a Violette porque sus hijos la aman, seguro será entregada como esposa para alguno de los primogénitos-

-Eso lo sé bien, la idea me ha atormentado diariamente desde que me fui-

-Va más allá de lo que pudo ser y no fue, es la posibilidad de lo que puede pasar ahora lo que en realidad importa. Ambos, Alphonse y Dean, son cercanos de edad al rey, no duraran mucho sobre el gran trono- las ideas que Nadine había tejido con premeditación durante los meses anteriores ahora eran volcadas de lleno en mi sique –Jerome o Edmond se convertirán en el verdadero rey, todos en la monarquía lo saben y han empezado a tomar bandos mientras los jóvenes primogénitos los visitan en sus fincas. Si eso pasa y seguro está planeado para que así pase, Violette terminaría siendo reina consorte a su lado ¿Ahora entiendes que lo que pides es una locura?... quieres acercarte a la futura reina solo para hacerle llorar más, te cortaran la cabeza-

La idea de la gélida guillotina hizo que llevara rápidamente mi mano al cuello, si, era un destino horrible, pero... –prefiero que me corten la cabeza que pasar toda la vida sin mí Violette-

Lejos, en el castillo, dentro de la habitación principal, Violette colocaba flores en un jarrón al lado de la cama del rey, él se encontraba cubierto de pies a cabeza de vendajes y el olor de las pomadas se sobreponía al de sus flores; aun en su locura, como padre amado, detuvo a su querida hija de salir de ahí con una duda –¿De nuevo rosas? - le dijo en forma más bien de reclamo.

- ¿A caso a su majestad no le gustan las rosas? - ella sabía a donde iría con esta interrogante

-Me culparan todos los nobles de tus lágrimas, al pensar que por mi mandato entras todos los días a los arbustos para arañar tus manos y traerme estas rosas-

Ella se giró para verle de frente, cansado y enfermo usaba lo poco que tenia de fuerza para intentar consolarle –yo misma mandare decapitar a todo aquel que se atreva a señalarle y a los indignos que susurren a su espalda les cortare la lengua para alimentar a los perros-

-Deja hija mía de torturarte ¿Que no ves que mi corazón ya es viejo? No aguantara por mucho tiempo y cada vez que te veo así, herida, una puñalada me atraviesa-

-Me culpa de su enfermedad, pero sabemos que contra el destino nadie, ni siquiera yo-

-Sí, es mi destino morir por esta causa, pero estoy seguro mi niña, que tienes otro destino, muy diferente a este, esos hombres de la corte y aquellos que visitaron tu posada lo ignoran, pero yo sé bien que existe, ese corazón tuyo... –dijo señalando a su pecho con la mano cansada –aun late lleno de vida y deseo de consuelo-

-Deje de hablar o caerá de nuevo en sueño-

-No estoy tan loco para no verlo o para olvidarlo. Yo te vi danzar en el gran salón, tan hermosa, tan volátil como una suave pluma... también te vi pelear con espada en mano y dar batalla a mis soldados... - la tos le obligo a callar y ella se dio prisa en acercarle agua a los labios para refrescar su garganta y permitir que este, quizá su último discurso, se desarrollara tranquilamente –antes de morir, quisiera como un deseo egoísta, verte sonreír de nuevo-

-Sería más fácil que me pidiera darle la vida- aquella sonrisa no apareció, en cambio Violette comenzó a llorar –fue lo más cercano que yo tuve a un padre y su consejo siempre será bien recibido, pero dígame usted con toda la experiencia que su cargo y camino le han dado ¿Qué hago yo con este amor que cargo, ahora que no tengo en quien derramarlo? Es también un jardín mi corazón, lleno de frutos que no hacen más que caer y pudrirse sobre el suelo-

-Deseo que encuentres a un noble hambriento del fruto que brindas, pero has de reconocer que las espinas que te rodean no permiten que nadie se acerque, mi niña ¿Cómo esperas encontrar quien reciba tu mano si no la ofreces con esperanza? –

La conversación termino ahí, ella le acaricio suavemente el pelo y lo dejo descansar, en paz con sus deseos, sabiendo que tenía razón, que ya había sufrido lo suficiente.

Ese día abandono la habitación dejando dentro su miedo y su dolor, en espera quizá, de que Dios al venir de tan lejos por el alma de su majestad, reconociera el bulto de sentimientos ajenos y los llevara consigo a la lejanía del firmamento, donde Violette y el resto del mundo estuvieran a salvo de ellos.

Ya había sido suficiente de congoja, de auto compadecerse, ella no era así y ahora más que nunca, necesitaba recuperarse, pues tras la partida de su rey, de seguro iría su reina también, abrumada por el dolor.

-Hoy es el último día, estas son las ultimas lagrimas que dedicare a ti. Bendito sea todo este amor que muere hoy, lo mucho que consagró tu presencia y tu ausencia porque de ello he renacido yo, Blemont, bendito seas-

Esa fue la primera vez en mucho tiempo que aquel nombre abandonaba su boca y pareciera que el viento lo hubiera llevado hasta oídos de su portador, pues en ese momento jugaba su suerte para responder al llamado.

VioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora