-¡Jerome!-
Le grito al hombre que la recibió de brazos abiertos y le sujeto fuerte de la cintura para hacerla girar en el aire.
-Lea...- ¿acaso se habían equivocado de mujer? No, era imposible puesto que ella si lo reconoció ¿por qué entonces le decía Lea?
-Deja ya esos juegos, ¿hace cuánto? -
-Demasiado, más de lo que yo quería- la puso de nuevo en el suelo y se regalaron una mirada tan extraña, que mi corazón no pudo descifrar, pero mis instintos, me avisparon por ella –Dios, no tienes vergüenza, cada día eres más hermosa-
-Jerome...- casi pude ver un sonrojo en las mejillas de mi Madam, eso me molestaba y yo que no podía gesticular más, a menos que quisiera perder los ojos, interrumpí pronto su conversación –debo presentarte, él es Adrien, está acompañándome hoy-
-¿Desconfías tanto de mí que trajiste chaperón?-
-No sabía de qué se trataba esto, el rey no te ha mencionado en su carta...- algo entonces pareció enterrarla de tajo en el planeta –hablando de la carta, ¿cómo es que eres hijo de un conde? -
-Ha, eso...- él se mordió el labio inferior y le ofreció la rosa de nuevo a Violette, la vi tomarla desconfiada y quizá con algo de recelo –Perdón, nunca te lo conté-
-No es algo que se pueda olvidar Jerome, es algo que decidiste no decirme-
-No quería que te asustaras por esto...- se detuvo y volteo a verme de forma discreta –¿no podemos hablarlo a solas? después-
-Disculpe, pero ella nunca se quedará sola dentro de este castillo... mi señor- juro que no había sido mi intención responder con tanta prisa y menos con tanta rabia.
-Deberías educar mejor a tus acompañantes y enseñarles de quien deben o no desconfiar-
-Ella es muy confianzuda, habla con cualquier basura de persona, no podría fiarme de su buen juicio-
-¡Adrien!- fue lo único que escuche cuando la tome del brazo y comencé a caminar lejos de aquel sujeto, no escuche más aparte de eso y seguro parloteo todo el camino pidiendo que me detuviera, pero yo solo podía ver el pasaje verde, agachado tratando de no apretar más su muñeca entre mi mano, tratando de disimular lo más que podía cuanta rabia me desbordaba y cuanto odiaba ya a ese joven Jerome.
Llegamos sin llamar la atención hasta la habitación que le habían designado, entramos y arroje la puerta incontrolablemente, me recargue en ella con las manos hechas puños al lado de mi cabeza, viendo al suelo intentando respirar de manera más tranquila, pues aquellos resoplidos parecían de un animal cansado tras la caza, seguro estaba asustándola.
-Lo que has hecho ha sido incorrecto Blemont- ahí estaba ese condenado nombre –seguro lo sabes. Jerome es amigo mío, de la época en que estuve con Didier y él no me haría daño- escuchar como lo defendía no dejaba que mis latidos se acompasarán a los suyos, se volvían más rápidos fastidiándome con su golpeteo en la cabeza –y decir todas esas cosas de mi frente a él... ¿de verdad me crees confianzuda y tonta? ¿no he cuidado de todos nosotros bien hasta ahora? - su respirar era igual al mío, nunca la había escuchado tan molesta antes, ni cuando se atrevían a tocar a sus mujeres, ni cuando algún desdichado osaba mirarla -¿no vas a responder nada?- escuchaba sus zapatos aproximándose a mí –¡dime algo, cualquier cosa!- me tomo de los hombros y me giro obligándome a verla de frente mientras me azotaba contra la puerta –cobarde...-
Eso último lo dijo con dolor, con lágrimas, cuando alcé la mirada lo comprobé, las nubes de sus ojos dejaban caer una tormenta suntuosa y salvaje que los oscurecía aún más.
Vi esos ríos caer en sus mejillas y desbordarse sobre sus labios que seguramente ahora serian salados –¿Violette?-
Ella nunca lloraba, no frente a mí, no fuera de su habitación, en otras ocasiones escuchaba yo sus sollozos tras la puerta del cuarto, pero ni siquiera Nadine había presenciado lluvias como aquellas.
-¿Por qué? ¿Por qué te comportas así? ¿No te das cuenta lo que me haces sentir?, no tienes piedad de mi Blemont, eres tan cruel conmigo...- ella subió sus manos para ocultar toda la penumbra que aprisionaba su aura, para tratar de enterrar a la fuerza esas lagrimas que la abandonaban. Retrocedió acercándose a la cama y alejándose de mí, a oscuras, como si quisiera protegerme y no afectarme con todo su dolor -olvídalo- se dio media vuelta y se ocultó de mí -déjame sola- me demando tristemente.
-Violette...-
-He dicho sola...-
Ella odiaba esa palabra, le tenía tanto miedo y la consumía por dentro cada día. Pues había nacido para estar sola y por más que intentaba cambiar ese destino una y otra vez dios le demostraba que sobre su palabra ninguna.
Deje su cuarto y me recargue sobre la puerta en el pasillo esperando que nadie se aproximara a preguntar por mi Madam, pues yo la había dejado hecha pedazos dentro de aquel inmenso aposento, que seguramente la abrazaría con su oscuridad y la llevaría pasos atrás sobre los caminos ya avanzados.
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Violette
Storie d'amoreDicen que su tatarabuela era bruja, porque sabía de hierbas y era mujer de ciencia, que su abuela seducía marineros en los puertos de Venecia a cambio de licor. Y su madre, bueno que decir de su madre, era una mujer de poca paciencia que atendía por...