Capítulo 7 Térmica

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Quede yo abrumado por aquella pregunta que me hacía, de nuevo tenía en mí la duda de si era acaso aquello una forma de abrirme paso a su corazón. Desdichado de mí que no pude hacer otra cosa sino entre abrir mi boca y expandir mis ojos con asombro.

-No te preocupes Adrien, es una broma-

Y quizá no quise notar ese dejo de amargura con el que pareció terminar la oración, no convenía a mis propósitos sentir hacia mi cariño alguno de su parte, estaba harto, tan cansado que ni siquiera pude alzar el brazo para detener su andar por los peldaños. Y de nuevo la deje ir.

Cuando comenzó amanecer y por fin me decidí abandonar la lucha contra mi insomnio, tome mi abrigo, me puse los zapatos y salí rumbo a la posada, al abrir la puerta la llave rechinaba tanto por el frio y el lugar estaba tan solo, que temía yo el eco llevara aquel escandalo a oídos de todos los huéspedes.

Sentí entonces un enorme deseo de ver a Violette, subí las escaleras a paso lento y premeditado me acomodé de cerca al pomo de la puerta donde la cerradura dejaba que viera el bulto sobre la cama que aún era la Madam.

-Violette- le cante de cerca al rostro cuando ya me encontraba agazapado frente suyo y sentía yo como su respirar chocaba contra mis mejillas calentándome el alma, le veía caídas las rizadas pestañas y aun con tanto temor porque se levantaran me atreví yo a tocarle el rostro –¿Violette?- pregunte con miedo, pues hervía la Madam en temperatura y cuando la descubrí lo confirme notando el sudor de su pecho y el frio de sus dedos -¿Violette?- le reclame de nuevo más fuerte pero siguió sin responderme.

Termine de descubrirle el cuerpo y la lleve a la bañera con intención de enfriarla ayudándome del agua, baje después a traer con urgencia nieve de la acera, pues sus mejillas eran rojo sangre y su boca tiritaba.

-Adrien- me sorprendió una voz conocida mientras iba de regreso al hotel -¿qué pasa?- era Nadine, que se descubría la cabeza mientras la nieve seguía cayendo.

-Nadine... ayúdala-

Aún recuerdo la mirada desenfocada de Nadine, cuando mi preocupación le llego al alma.

-Pero... ¿qué haces tonto? Si se trata de la Madam debemos llevarla con un médico antes que caiga muerta-

Solté yo con total seguridad aquel cubo rebosante de nieve y corrí a las escaleras con premura, tome la manta de la cama y saque a la Madam de la tina, la lleve a cuestas hasta el hospital aun sintiendo su respiración lenta y los retortijones que tenía su cuerpo por el mal sueño, con las pestañas congelándose por la sal que aun salía de mis ojos y bañaba mi helado rostro.

-¿Los parientes de Violette Esposito?-

Me levante a prisa de la silla, Nadine se acercó por detrás a mí y me sujeto del brazo mientras nos acercábamos al hombre –yo...soy...-

-Es su esposo y yo su amiga ¿cómo esta ella?- se adelantó Nadine a preguntar

-Se encuentra bien, aun duerme por la medicina, la dejaremos descansar por hoy, pero se podrá ir mañana, asegúrense de mantenerla abrigada y de que tome su tónico, no queremos que empeore su fiebre-

-Sí, no hay problema, la mantendré vigilada- en cuanto el hombre se alejó me enfrente a Nadine -¿Su esposo?-

-Tenía que decirle algo, si ninguno de los dos era pariente nos hubieran sacado, así por lo menos estamos más atentos a ella. Ahora si me permites, regresare al hotel a buscarle algo de ropa-

Me dejaron entrar a la habitación donde las filas de camillas se extendían por varios metros, en una de ellas estaba aún cubierta con la manta mi Violette. Me senté yo a su lado y le tome el mechón de pelo negro que le caía en la mejilla, entre mis dedos lo acaricie sintiendo como seda cálida que me coqueteaba para seguir tomándole.

-¿Acaso no puedes dejar descansar a mi pobre corazón?- no sabía yo si era el momento apropiado, pero si permitía que todas esas ideas siguieran rodando entre las montañas de mi mente me volvería loco- apenas he tenido oportunidad de poseerte y te he dejado ir, ya bastante idiota me siento por eso, y ahora, en la siguiente mañana, se te ocurre ponerme en esta situación ¿acaso debo aprender algo? que si no reacciono rápido te perderé para siempre ¿esa es la lección?-

Había gran pesar en mi corazón y una nube de confusión que podría distorsionar mi vista para perderme por el camino que iba.

- Violette- dije tomando su mano y acercándola a mi boca, para susurrar entre sus dedos aquel secreto –te amo-

Más que a mí mismo, al nivel de locura. Era mi prioridad, era esperanza, perdición y una tortura, mi abismo y mi camino al cielo, tenía tanto amor en mí que le era fiel a ella y solo a ella, tanto que llore aquella tarde sobre su mano, que en silencio derrame poco a poco todo mi miedo y mi vergüenza por haberme confesado. 

VioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora